La ciudad como campo de estudio morfológico: Escenarios latinoamericanos en tiempos de crisis
388 05 Teoría e historia de la ciudad Introducción El desarrollo económico ha configurado a lo largo de la historia la morfo- logía y funcionalidad de los centros urbanos, desde los barrios de artesa- nos en la ciudad antigua y medieval, las poblaciones preindustriales, hasta asentamientos y paisajes urbanos industriales destinados a la producción a gran escala a partir del siglo XIX y principios del XX (Capel, 2005). Hacia fines del siglo XVIII, en una etapa preindustrial, el sistema eco- nómico se basaba en una actividad manufacturera dispersa, de carácter rural, generalmente de pequeño tamaño, desarrollada artesanalmen- te en talleres familiares. Fue con el advenimiento de la Revolución In- dustrial y la aplicación de sus innovaciones tecnológicas, que surgieron complejos productivos vinculados al ferrocarril y los puertos, naciendo la ciudad industrial como núcleo de concentración urbana, transforman- do la sociedad que se concentró en ellas desvinculándose del campo. Como indica Romero (1976), en el siglo XIX, los países industrializados de Europa, Norteamérica y posteriormente Japón, alcanzaron su apogeo con- centrando capitales a partir de industrias en plena expansión con necesidad de materias primas, tierras de pastoreo y nuevos mercados para sus produc- tos elaborados. Internacionalmente, se generó el predomino comercial ma- rítimo de Inglaterra y posteriormente de Estados Unidos de Norteamérica, en la India, Oceanía, Sudamérica, los países del Caribe y América Central en un segundo proceso de colonización, esta vez de carácter económico. Desde 1880, en el caso de Latinoamérica, las ciudades comenzaron a ex- perimentar mayores cambios tanto en su fisonomía como en su estructura social. Su población creció y se diversificó, sus actividades se multiplicaron modificando el paisaje urbano, surgido producto de un cambio estructural en el modelo económico. Este se orientó al mercado global desencadenan- do una actividad prácticamente inexistente hasta entonces, desvaneciendo el pasado colonial e instaurando nuevas formas propia de la vida moderna (Romero, 1976). Sin embargo, la ciudad de la era industrial no fue un fenómeno que se desarrolló de manera simultánea en todas las regiones europeas ni a par- tir de todas las actividades productivas por igual (Bergeron & Ron- cayolo, 1974) y de igual modo, la ciudad como expresión no fue el úni- co escenario de implantación industrial. En forma previa al desarrollo de los transportes, las faenas se ubicaron en las proximidades de las fuentes de energía y de las materias primas, en localizaciones rura- les estratégicas conformando una red que los enciclopedistas clasifican
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