La ciudad como campo de estudio morfológico: Escenarios latinoamericanos en tiempos de crisis

162 02 Espacio público y proyecto urbano en la ciudad contenporánea El grado de pendiente también debiese definir el tipo de uso social o pro- grama que se puede dar en lugares específicos en los cerros. Es decir, es más probable que más personas puedan acceder a las partes de menor pendiente y menos personas puedan acceder a los lugares con mayor pendiente; lo mismo con las quebradas, ya que son lugares más difíciles de llegar. Es más realista pensar que los cerros se puedan habitar en tan solo los lugares más accesibles y de menor valor medioambiental, protegiendo al mismo tiempo hábitats naturales dentro el mismo ecosistema del cerro que son esenciales para preservar su condición natural y enfrentar problemáticas asociadas a la erosión y falta de flujos de fauna. Esta situación permite una regulación orgánica de los lugares que se quieran conservar y/o preservar en los cerros. Al momento de pensar los cerros como parques urbanos naturales para la ciudad, es imprescindible comprender su estructura ecológica, lo que va a asegurar su sustentabilidad y resiliencia en el tiempo. Es decir, que es necesario permitir que se sigan desarrollando los flujos naturales que se dan en estos lugares con otros ecosistemas dentro del valle. También es importante conservar los lugares de mayor valor medioambiental como lo son las quebradas. Se deben considerar en su diseño los atributos natu- rales que se expresan en estos cerros, como son las escorrentías, las zonas más o menos sombrías, su conexión o relación con cursos hídricos, cerros u otras zonas naturales que pueden enriquecer su biodiversidad. Es necesario comprender que este tipo de consideraciones puede ayudar a facilitar e in- cluso disminuir los gastos de mantención de la vegetación de estos lugares. Siguiendo estas directrices es necesario resolver cómo es el encuentro de los cerros con la trama urbana. Este encuentro no debiese representar un límite abrupto o arbitrario que sea definido a partir de un punto o altura específica, sino que más bien, debería ser una zona que se adapta a los límites y atribu- tos naturales del cerro y a la relación del valle y la ciudad, generando así una relación en forma de gradiente, que va desde una situación más natural (aso- ciado al cerro) hasta una más propia de lo construido (asociado a la ciudad). Actualmente muchos de estos cerros se encuentran muy degradados en tér- minos ecológicos. Esto significa que es necesario restaurarlos como ecosis- temas naturales. Para este caso, es importante destacar que los mecanismos de restauración deben ser los adecuados para conservar el estado natural de los cerros y poder devolverle todas sus propiedades naturales para que pue- dan seguir otorgándole a la ciudad todos los beneficios ecosistémicos nece- sarios para nuestra supervivencia. Es necesario facilitar la restauración de la vegetación tanto activa (ej. a través de planes de reforestación, revegetación o nucleación) como pasiva (ej. eliminando perturbaciones), privilegiando la presencia de vegetación nativa propia de cada condición de cada cerro y de sus procesos naturales, ejerciendo así un manejo pasivo de la vegetación.

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