Las organizaciones de la sociedad civil y la descentralización en Chile

114 Las organizaciones sociales en la lucha por la Vivienda blico de primera prioridad y que no ha podido todavía resolverse en los diferentes gobiernos de turno. Adicionalmente y producto de la pandemia del 2020 el déficit habitacional y todos los problemas que confluyen en el hábitat (educación, salud, movilidad y conectividad, seguridad, red y cohesión con el entorno entre otros) se visibilizan aún más. Figura 4: Déficit habitacional cuantitativo 1992-2022 Fuente: Ministerio de Desarrollo Social y Familia. (2023). Casen 1996-2022. Centro de Estudios de Ciudad y Territorio. recuperación de suelos públicos para vivienda y compra de terrenos, y se inician innovativas acciones en servicios urbanos de las poblaciones descapitalizadas y de estándar precario. Un aspecto importante a considerar, es que se habían formulado dis- tintos modos de postulación para fortalecer el acceso de los sectores medios a la vivienda propia, mediante el Programa de Vivienda Básica, el Programa de Vivienda Progresiva y, la reciente creación del Leasing Habitacional o Sistema de Arrendamiento de Viviendas con Promesa de Compraventa (Ley 19.281 de 1995), cuyo objetivo permitía arren- dar una vivienda y que cada dividendo pagado se resta del precio total de ella 333 . Mediante la acción del Estado tanto directamente como indirectamen- te, el déficit habitacional fue disminuyendo, logrando en 10 años dismi - nuir a la mitad la carencia estipulada para 1990. Lograr una reducción significativa fue un proceso lento, el cual se hizo notar recién a inicios de los 2000 (Ver Figura 4). La principal complicación estaba dada por la escasez del suelo urbano, lo que se iba a ir convirtiendo en la dificultad estructural más severa de los programas de vivienda social. Al optar por viabilizar proyectos compatibles con el valor del suelo para los sub- sidios públicos, se siguieron privilegiando las soluciones habitacionales en las periferias de las ciudades, acentuándose la segregación urbana. Muchas familias accedieron a vivienda, pero tuvieron que aumentar su costo en transporte, desarraigarse de sus lugares de origen y comenzar a vivir en barrios nuevos y bastante precarios en materias de servicios básicos esenciales. Esta historia continua en los años siguientes (Ver figura 4), permitien - do que se reduzca el déficit desde el año 1996 cercano a 675.135 uni - dades a 537.282 unidades hacia el 2010 (una diferencia de 137.853 viviendas), teniendo en consideración la catástrofe del terremoto del 27F que originó un daño en infraestructura, vivienda y patrimonio bastante considerable en la zona centro-sur del país. Posterior al año 2010, el déficit habitacional presentó una baja considerable hasta el año 2015, siendo casi un registro histórico alcanzado 480.982 unida- des de déficit, pero que vuelve a subir y luego a mantener una ten - dencia hasta el año 2022, lo que evidencia como un problema pú- 333 Hidalgo Dattwyler, R. (1999). Op. Cit.

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