Umbrales del Arte. Creación y Estímulo
Umbrales del Arte. Creación y Estímulo 87 de su armonía interna. Nuestros grandes poetas fueron de una generosidad proverbial. Pienso en Jorge Teillier, el amigo de la aldea, en Enrique Lihn, en Gonzalo Rojas, que jamás dejó de alentar a los poetas jóvenes, que organizó célebres encuentros nacionales e internacionales en la Universidad de Concepción acogiendo a los poetas más recientes como Floridor Pérez, Ornar Lara, Gonzalo Millán, y tantos otros, que derramó su conocimiento sin guardarse casi nada, que vivió y murió por la poesía. Floridor mismo, más preocupado de la poesía de los otros que de la propia, fue uno de los poetas más generosos que he conocido y a quien no dejo de recordar con casi infinita gratitud. Qué importa que no le hayan dado el Premio Nacional, cuando se ganó el respeto de varias generaciones de poetas, que vieron en él un ejemplo de entrega al oficio y al prójimo, al arte de la amistad. Ciertamente, la generosidad cultivada con el amor riguroso del hacer poético es el antídoto más eficaz contra el dolor, porque nos hace olvidar nuestro padecimiento individual, para pacificarnos en el consuelo de los otros. La poesía ordena el caos, imponiéndole una forma justa. El acto generoso y paciente, colabora con el orden y la armonía espiritual. El amor propio, quiero decir ese amor desmedido al yo, y sus vicisitudes, es incompatible con el amor por la poesía, que es la forma más noble de la generosidad. No es posible compatibilizar el apego a la propia individualidad con la concentración en lo otro y en los otros. En cuanto a la paciencia, Rafael, creo que es condición imprescindible para cualquier poeta que quiera conducir su obra hacia una altura mayor... paciente es aquel que padece, aquel que sufre, aquel que espera en su dolor sin quejarse. Sé paciente, el trabajo de la poesía no es nada de fácil, abundan las tribulaciones los desaciertos que desaniman, los largos períodos de penosa esterilidad. Hay que tener paciencia, como el árbol que aguarda en silencio mucho tiempo para que asomen los primeros frutos de la primavera. Sin apurar el trabajo lento de la savia. Concéntrate en tu obra como un monje
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