Umbrales del Arte. Creación y Estímulo

Umbrales del Arte. Creación y Estímulo 67 nuevo trato con los pueblos indígenas. Promesas que no tardaron nada en desaparecer. Pero la frustración y el desengaño, que pegan fuerte en la vida, son breves en la cultura mapuche porque sabemos que nada es permanente en la vida. La vida entera se hace de ciclos. Así como el día da origen a la noche y la noche da origen a otro día, las estaciones del año van y vuelven como la luna y el sol en sus rutas, decían los abuelos, así nosotros también estamos bien o estamos mal y mañana será otro día. Eso, sin embargo, para nada significaba conformismo o inmovilidad. La vida había que buscarla para ser respetado. Aquí o en otro lugar. Había que moverse como todo en la tierra, con incesante marcha y con períodos de descansos; con ímpetu o con pesadumbre; con alegría o con encono; respetando nuestros propios ciclos, sentimientos y sentidos. Fue por eso que ante tanto anuncio del fin de los grandes relatos y el término de las utopías, fuimos atando cabos, tejiendo redes y esperando el empellón que nos permitiera levantarnos con el ímpetu de antaño para decir que todavía estábamos vivos, que seguíamos siendo mapuche. La poesía mapuche no puede no ser política. Mi escritura y la de mis lamngen , hermanos y hermanas mapuche, ha sido una forma de fundar un nuevo territorio, una nueva forma de decirnos para sobrevivir de manera práctica y simbólica. Con un pueblo en diáspora, con territorios militarizados, con la explotación económica de los espacios sagrados en nombre del desarrollo y bajo un sistema colonizador aplastante hemos tenido que reinventarnos. Y el lamngen poeta David Aniñir, a fines de los noventa, escribía en sus poemas con ritmo de hip-hop, con el habla de la “pobla” santiaguina y con la rabia marginal de quien se sabe desplazado Somos mapuche de hormigón Debajo del asfalto duerme nuestra madre Explotada por un cabrón.

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