Umbrales del Arte. Creación y Estímulo
Umbrales del Arte. Creación y Estímulo 59 Yo soy también mi sonido, mi sonido también soy yo. Ese hilo brillante, esa cascada, esa grieta breve, esa fina brisa, esa aguda lanza, ese titubeo ciego, todo eso soy. Ahí me encuentro, ahí me reconozco. Ahí lloro, porque en mi sonido, extensión de mi ser, en esta invisibilidad desnuda, me veo. Desnuda, porque la desnudez sonora no sabe cubrir sus vergüenzas. Desnuda, porque esta desnudez no puede ocultarse ni escapar del castigo del padre o la madre. Hacia donde huya se verá, y donde se esconda se acusará su presencia. Ese sonido sin forma, sin palabras, rico es en texturas. Podemos sentir su aspereza, su rugosidad, su densidad, su suavidad, su grano. Y es que ese sonido es cuerpo, y como cuerpo, habita espacios. Se mete en lo más profundo de nuestro ser y con su manto sacude nuestras habitaciones internas. Se lleva consigo recuerdos que saca sin permiso, que recoge de cada lugar donde se infiltra. Los abraza porque, de hecho, son suyos. Aquello que la mente racional no resuelve, queda en nuestro mundo interno agazapado y asoma inoportunamente y sin respeto, franqueando todas nuestras medidas de control. Este ser sin forma, debido a esta licuosa cualidad, es inasible. Y sin embargo, habita y permanece llenando espacios de confusión y malestar, en nuestro cotidiano vivir. Como mencioné, el sonido, nuestro sonido, nuestro yo en el sonido, se nos presenta inocente y desnudo, como textura sonora que expande nuestra materialidad, aún con su indomable y evanescente esencia. ¡Si soy en el sonido y me reconozco en este, ¿podría llegar a asirlo de tal modo que pueda relacionarme activamente con él, y eventualmente transformarlo, es decir, transformarme a través de esta dualidad objeto- sujeto? Para responder esta pregunta, refuerzo la idea de que el sonido que produzco es materia donde yo misma habito, y que me permite extender mi
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