Situando territorios desde la interseccionalidad: terminos clave desde el sur

18 Los sistemas de poder (Hill Collins, 2016), o también comprendidos como ejes de desigualdad (Rodó-Zárate, 2021), implican experiencias concretas de discriminación, desigualdad o de privilegio. El sexismo implica una discriminación sexogenérica que tendrá diferentes prácticas concretas según la presencia de otras categorías. Por ejemplo, la edad, configura formas concretas y diversas de expresión del sexismo; en la niñez juegos y juguetes que enfatizan roles de género más que intereses; en la adultez roles de género asociados a la sexualidad y objetivación del cuerpo; en la vejez, precariedad económica por bajas pensiones, asociado al inexistente reconocimiento de las labores de cuidado. Así también, los mandatos reproductivos, podrían cambiar de una sociedad a otra, o ser reprimidos a ciertos grupos, como las mujeres con discapacidad o indígenas, cuando son sometidas a esterilizaciones forzadas. Por tanto no existe una forma neutra de sufrir el sexismo (Rodó-Zárate, 2021). El proceso de racialización que se produce en los sistemas de razas, etnicidad y nacionalidad, son también históricos y contextuales. Las circunstancias económicas, políticas y culturales producen y reproducen el racismo comúnmente estructurado en torno al color, al fenotipo o la cultura como indicadores de superioridad o inferioridad. También las respuestas de las comunidades sometidas compartirán cierta similitud pero son diferentes, tanto en sus estrategias como en sus demandas (Brah, 2006). Se suele asimilar el racismo con las personas negras, no obstante, tanto las personas negras como las blancas experimentan el género, la clase y la sexualidad a través de la raza. Parece ser que la subjetivación de la raza no fuera importante en “loblanco” porque su significante es dominante, no obstante, también se produce un proceso de racialización (Brah, 2006). 2. Sistemas de poder: raza, género, clase, sexualidad, nacionalidad, entre otros

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