Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]

88 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz En lo referente a la literatura sobre agresiones sexuales in- fantiles de carácter intrafamiliar, la mayoría aborda las relaciones incestuosas enfatizando en la figura paterna como el ofensor y a las hijas/os como las víctimas (Worling, 1995, como se citó en Krienert y Walsh, 2011). Esto deja en segundo plano las si- tuaciones de agresión sexual entre hermanos, las que según el Cuarto Estudio de Maltrato Infantil realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF; 2012) representan el 4,4% de los casos en Chile. No obstante, hay autores que creen que este tipo de agresión es la forma más frecuente de incesto (Ascherman y Safier, 1990, como se citó en Krienert y Walsh, 2011; Carlson, Maciol y Schneider, 2006), estimándose que el comportamiento sexual entre hermanos es hasta cinco veces más prevalente que el incesto padre–hijo en Estados Unidos (Adler y Shutz, 1995; Canavan, Meyer y Higgs, 1992, como se citó en Yates, Allardyce y MacQueen, 2012; Cole, 1982; Finkelhor, 1980; Smith e Israel, 1987, como se citó en Ballantine, 2011). Algunos autores se han referido a la dificultad de investigar este tema, relacionándola con el escaso reporte de casos, que por una parte se debe a una percepción de los actos sexuales entre hermanos como un comportamiento exploratorio normal del desarrollo más que como algo dañino ya que no cruza límites generacionales y, por otra, a los temores de los padres a la intru- sión de servicios sociales y con ello la estigmatización de la familia (Kiselica y Morrill–Richards, 2007; Krienert y Walsh, 2011). Otros proponen que existe un tabú respecto del incesto, que podría incidir en el escaso reporte e investigación en torno a la materia. En este caso, el tabú se relaciona con la idea que existe sobre las posibles consecuencias médicas y psicológicas que ten- drá la descendencia producto de la relación incestuosa, y otras consecuencias sociales para quien comete este tipo de agresión (Aoki, 2005, como se citó en Tidefors, Arvidsson, Ingevaldson y Larsson, 2010). A esto se suma el miedo a develar los hechos por parte de las víctimas, motivado por el temor a represalias, castigo, remordimiento y a no ser creídos (Krienert y Walsh, 2011).

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