Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]
358 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz Las agresiones sexuales se reconocen como una de las mayores vulneraciones de derechos hacia las personas, debido a sus consecuen- cias y trascendencias negativas que son únicas para cada víctima. La victimización sexual configura una experiencia traumática que afecta tanto su existencia psíquica y física, además de impactar en su dignidad, integridad, autoestima e identidad (Fietz, 2008). A nivel internacional se reporta que cerca del 9% de las mujeres y 3% de los hombres han sufrido algún tipo de agresión sexual durante el desarrollo de su infancia (Barth, Bermetz, Heim, Trelle y Tonia, 2013). Con respecto a los niños, niñas y adolescentes, los resultados de Encuesta Nacional de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales (Ministerio del Interior, 2013), dan cuenta que un porcentaje significativo de la población declara haber sido víctima de algún tipo de agresión sexual, existiendo una prevalencia de abuso sexual en la población escolar de un 7,3% de los niños y niñas encuestados, con un promedio de edad de 10,5 años, donde eventualmente podría ocurrir algún tipo de vulneración en la esfera de la sexualidad. Se estima que un 87% de los agresores son hombres, mientras que un 39% mantiene al- guna vinculación familiar con la víctima (Ministerio del Interior, 2013). En la literatura especializada se hace referencia a que el impacto que genera la agresión sexual se ve reflejada en indicadores que pueden ser altamente específicos como el daño físico y psicológico, la pérdida de control de esfínteres, conductas sexualizadas, exhibicionismo, entre otras conductas; los cuales se pueden presentar según edad cronológica en etapas de adolescencia y adultez (Müller y López, 2011). A partir de diversos estudios asociados con el daño de las agre- siones sexuales, se ha demostrado el impacto significativo que implica en las víctimas tanto a corto y largo plazo, externalizando una serie de síntomas que alteran su desarrollo en distintos ámbitos. Por tal motivo, las agresiones sexuales en la niñez se constituyen como un factor de ries- go para desarrollar un eventual trastorno desde la infancia y/o adultez, al no ser contenidas las víctimas de forma adecuada por profesionales especializado (Cantón–Cortés y Córtes, 2015; Ijurra, Soto, LaBrenz y Sepúlveda, 2015; Jessiman, Hackett y Carpenter, 2016; Lama et al., 2015).
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