Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]

302 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz como de mujer. Concordantemente, predominan en ella sentimientos de inadecuación y fracaso respecto de su rol materno, lo cual contribu- ye a que se invalide a sí misma como figura protectora, se sienta poco capaz de cuidar a su hijo y apoyarlo en la superación de los efectos del abuso. Los sentimientos de culpa e incompetencia experimentados por la madre, suelen ser reforzados por la falta de apoyo y las actitudes de culpabilización que, en muchos casos, suelen establecer amigos, familia- res e incluso los profesionales de las instituciones que intervienen con la víctima (Sinclair y Martínez, 2006). En el lado opuesto a la credibilidad se encuentra la reacción de incredulidad materna, y según Cañas (2013), habría un número signifi - cativo de madres que muestran respuestas incoherentes o ambivalentes, desacreditando la develación de un ilícito de índole sexual reportado por su hijo, sobre todo cuando posee carácter intrafamiliar. Relacionada con esta reacción de incredulidad, existe una visión negativa y culpabilizadora hacia las madres por parte de profesionales interventores, con respecto al abuso sufrido por su hijo o hija, espe- cialmente si este ha sido cometido por el padre o padrastro. A partir de ello, configuran a estas madres como pasivas, indiferentes, sumisas, dependientes, permisivas y cómplices del agresor, aludiendo a su cono- cimiento sobre la situación y a las escasas acciones que llevan a cabo para detenerla (Sinclair y Martínez, 2006; Tavkar, 2010). Con base en lo señalado por la PDI (2011), pasividad y depen- dencia son las dos características principales de la madre en la familia incestuosa. Otros autores la han descrito como una madre ausente o emocionalmente poco accesible, tanto para los hijos como para el padre. Todas las características señaladas se orientan a una aparente tolerancia ante el abuso consumado, y a una figura particularmente susceptible y vulnerable a las presiones externas del medio social. La madre de la familia incestuosa suele conocer el abuso, aunque lo ignore, evitando cualquier verbalización al respecto y manteniendo siempre una duda, pues “no es lo mismo saber que creer” ella prefiere “no saber” (PDI, 2011). Según Elliott y Carnes (2001) las madres pueden responder de una manera poco favorable ante la develación de un hecho abusivo por parte de sus hijos, debido a factores tales como: Mala adaptación,

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