Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]

300 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz En esta misma línea, diferentes autores han logrado convenir que al enterarse que su hijo o hija ha sido víctima de abuso sexual, la madre puede experimentar un trauma de características y magnitud similar al sufrido por el niño, por tanto puede ser considerada como víctima secundaria de dicho abuso (Sinclair y Martínez, 2006). Desde la cultura, a las madres también les corresponde mediar entre la familia y los organismos de asistencia y judiciales, quienes tomarán medidas en función de las aptitudes y conductas que ellas muestren o ellos perciban. En términos generales, se evaluará su aptitud para pro- teger a su hijo del abusador y su capacidad para establecer relaciones de cooperación y confianza en los servicios asistenciales. Estos factores afectarán las decisiones que se tomen con respecto al hijo que ha sido abusado, que pueden incluir la mantención o cambio en el cuidado personal, la derivación a una residencia, la ubicación en una familia de acogida, entre otras (Teubal, 2010). El estudio de Everson (1980, como se citó en Keeble, 1993) halló que el nivel del apoyo materno era más importante que la naturaleza y prolongación en el tiempo del abuso o de la relación de los ofensores con el niño, para predecir su bienestar psicológico inicial. En función de esto, es importante intervenir con ellas de manera específica y activa. Madre Crédula v/s Madre Incrédula Frente a la Develación de la Agresión Sexual por Parte de su Hijo El lugar central que en la cultura detenta la figura materna como responsable principal de la crianza de los hijos, hace que sea objeto fre- cuente de un escrutinio poco comprensivo en la problemática del ASI, de sus hijos victimizados por parte de una amplia gama de profesionales y organismos implicados en la intervención, lo que abre la discusión referida a la madre como posible víctima indirecta de este fenómeno (Teubal, 2010). Keeble (1993) señala que la literatura teórica y clínica sugiere siste- máticamente que el apoyo materno es crucial para disminuir los efectos dañinos del incesto paterno. En este contexto es posible identificar a una madre que da credibilidad ante la develación de la ocurrencia del abuso sexual y, por otro lado, a otra que se caracteriza por mantenerse incrédula ante el relato de su hijo. Frente a esto, la PDI (2011) expresa

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