Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]
28 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz A su vez, los agresores sexuales seriales presentan diversos patrones de movimiento, en los que predomina el rango de hogar (Rossmo, 2000), que implica un total conocimiento espacial por parte de la persona sobre su entorno, hallazgo que permite inferir que para estos casos las víctimas, en su mayoría, fueron seleccio- nadas, abordadas y atacadas en su lugar de confort y en el de los mismos agresores (Kocsis, 2006). Hazelwood y Warren (1990), en su estudio respecto a las con- ductas de los agresores sexuales seriales tanto durante como des- pués de la comisión de los delitos, señalan tres diferentes estilos de aproximación, las que son utilizadas por estos con frecuencia: el engaño , el bombardeo o relámpago , y la sorpresa . Cada uno refleja un medio diferente de seleccionar, acercarse y someter a una víctima. a) El ataque por medio de engaño: Se establece una inte- racción con la víctima, se acerca abiertamente a ella y solicita u ofrece algún tipo de ayuda. Una vez que la víctima está bajo su control, puede volverse más agresivo. De la muestra estudiada, el 24% de los agresores utilizó el engaño en la primera agresión que cometió, el 35% lo utilizó en las agresiones intermedias y el 41% en la última. b) El ataque relámpago: El agresor usa un ataque físico di- recto, mediante el cual somete y daña físicamente a la víctima, pudiendo utilizar sustancias químicas o gases, pero con mayor frecuencia hace uso de su capacidad para dominar físicamente haciendo uso de violencia. La utilización de esta forma de ataque se expresaba en el 23% de las primeras agresiones, el 20% de las agresiones intermedias y el 17% de la última. Si bien se utiliza con menor frecuencia que el ataque mediante engaño, se reportan como consecuencia lesiones físicas más extensas. c) El ataque sorpresa: Las víctimas son preseleccionadas por el ofensor a través de las actividades de peeping tom , que se refie- re a que éste se dedica a observar a la víctima, específicamente su residencia, para identificar sus horarios y comportamientos. Con relación a los métodos de control asociados a la comisión del ataque sobre una víctima, se utilizaban variadas combinacio- nes durante la agresión: presencia física (82%–92%), amenazas
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