Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]

280 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz El abuso sexual infantil se entiende como toda conducta abu- siva de connotación sexual que se dé en una relación asimétrica y que implique la participación de un niño, niña o adolescente (Browne y Finkelhor, 1986). Estos se ven expuestos a una situación que tiene como consecuencia alteraciones en su desarrollo psico- sexual, relacional y emocional, lo que trae muchas veces como consecuencia un daño psíquico (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2011). De esta manera se torna relevante facilitar a la víctima un proceso psicoterapéutico que favorezca la reparación y supera- ción del daño a través de la resignificación del hecho abusivo, disminuyendo a su vez la sintomatología asociada. Para esto es fundamental que iniciar con una evaluación individual del niño, con el fin de visualizar las consecuencias de la agresión sexual, enfocada en reconocer la intervención más adecuada según los resultados del psicodiagnóstico. Se destacan tres modalidades de intervención en el proceso de resignificación de un hecho abusivo de carácter sexual, depen- diendo de la cantidad de participantes y la relación de estos con el niño, según las necesidades y particularidades terapéuticas del paciente. En primer lugar, la terapia individual, el formato más utilizado en Chile, es aquella que trata en forma individual y pa- ralela al niño, niña o adolescente (NNA), y al adulto responsable no agresor (Capella y Miranda, 2003). Se centra en el abuso sexual en sí mismo y en cómo debe elaborar el NNA los distintos senti- mientos que esto conlleva. La base del tratamiento se constituye en técnicas que promuevan la expresión y aceptación de los senti- mientos asociados al papel de víctima (Cantón y Cortés, 1997). En segundo lugar se encuentra la terapia familiar, que parte desde la base de que el abuso sexual infantil es un síntoma de disfunción familiar, por lo que resulta fundamental trabajar con la víctima y su núcleo familiar directo (Cantón y Cortés, 1997). Finalmente , en tercer lugar se encuentra la intervención grupal. Esta modalidad de trabajo pretende que los NNA puedan compartir con pares que han vivido experiencias similares, donde el abuso sexual puede ser abiertamente reconocido y explorado, validando las vivencias de cada uno de los integrantes del grupo.

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