Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]
258 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz aplicación de la musicoterapia, es necesario tomar precauciones acerca del espacio físico, la recolección de datos, evaluación mu- sicoterapéutica, selección de música e instrumentos, catarsis y elementos indicadores del cierre del proceso. Méndez (2016) realiza un estudio para plantear un modelo de musicoterapia, el cual logra ser bastante transversal a lo que plantean distintos teóricos. Se considera importante también, que si el musicoterapeuta logra evidenciar en más de una ocasión la improvisación y creatividad en su paciente, de manera espontánea a través de la música y objetos intermediarios (instrumento, voz, etc.), sin que se presenten estados de alarma o grandes niveles de ansiedad, se podría considerar que pronto llegará el fin del proceso; siendo estos elementos parte de la meta principal de un proceso de musicoterapia (Satinosky, 2006, como se citó en Del Campo, 2013). En la técnica de la musicoterapia, se genera una metáfora en la que el hecho de poder resolver dificultades musicales y las des- trezas que se aprenden, se extrapolan a todas aquellas situaciones de la vida frente a las cuales es necesario crear nuevas opciones, elegir y contrarrestar alternativas. Se consideran entonces como objetivos generales en esta técnica favorecer la comunicación, me- jorar las relaciones interpersonales, desarrollar el conocimiento de la propia persona y trabajar en la capacidad de autoexpresión. La musicoterapia se preocupa por el proceso de crear música y en los cambios que genera en la persona; considerando que la enfermedad o malestar psíquico no solamente tiene una razón biológica y psicológica, sino también debido a la falta de opor- tunidades de crecimiento y autorrealización (Del Campo, 2013). La musicoterapia, en el área afectiva–emocional, puede despertar, evocar, provocar, fortalecer y desarrollar cualquier emoción o sentimiento humano (amor, odio, tristeza, alegría, desesperación, temor, miedo, angustia, etc.) La música puede provocar efectos sedantes, estimulantes, enervantes, y puede ayu- dar a identificar y reconocer sentimientos, así como facilitar su expresión (Thaut, 1989, como se citó en Cadarso, 2015). A nivel cognitivo, una de sus aplicaciones terapéuticas es el desarrollo de
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