Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]
256 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz pudiéndose trabajar en forma grupal o individual. La arteterapia permite trabajar con el trauma, permite el acceso a la memoria del trauma, volviéndolo consciente y ayudando a la integración y reflexión en la elaboración de las vivencias. Así uno de los frutos de esta técnica artística, es la capacidad de restauración y control corporal, instalando diversos patrones corporales de expresión (Díaz, Martínez y Revelo, 2016; Jiménez, 2015). Así también, la arteterapia logra superar la invisibilidad del trauma que mantiene aislado al sujeto, pues plasma en algo visible y físico aquello que frente a los demás es invisible, y permite traba- jar la condición amnésica del trauma pues este se logra expresar a través de una forma alternativa (Abril, 2007, como se citó en Jiménez, 2015). La superación estaría dada por el proceso catárti- co que se daría dentro de la musicoterapia, proceso esencial para la apertura de nuevos canales de comunicación de la persona con- sigo misma (Méndez, 2016). A lo anterior, ayudaría la utilización de materiales sensoriales, siendo importantes para restablecer el quiebre que se generó entre el cuerpo y la mente, o entre sensa- ciones y emociones que pudieron verse desconectadas en algún momento (Alonso, 2010, como se citó en Jiménez, 2015). Del Campo (2013) define tres métodos fundamentales de esta técnica según su uso. La primera es la musicoterapia funcional, donde las propiedades de la música se utilizan para incrementar el bienestar físico y psicológico. Puede emplearse en grupo o en sesiones individuales y aquí el terapeuta canta o interpreta música con sus pacientes, con el fin último de mejorar la comunicación terapéutica. La segunda se refiere a la musicoterapia receptiva, donde la base es la capacidad de escucha, siendo en esencia una terapia sonora; pues se aprovecha el poder emotivo y curativo del sonido. Por último, indica la musicoterapia activa, aquí el paciente participa en el acto de hacer música, pudiendo repetir o improvisar, haciendo diferentes creaciones; ya sea con instru- mentos musicales, su cuerpo o su propia voz. Así también, otro autor identifica el uso de la musicoterapia con sonidos regresivos, donde estos sonidos son utilizados para conectar al paciente con etapas evolutivas más primarias; pues las experiencias musicales
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