Agresiones sexuales: reflexiones acerca de las intervenciones psicológicas [Volumen VII]
100 Agresiones Sexuales. Volumen VII . Elías Escaff Silva, María Isabel Salinas Chaud, Paula Flores Zúñiga y Carolina de la Fons Díaz ofensor. Es posible que estas diferencias de género con respecto a los roles de ofensor y víctima estén mediadas por estilos de crianza asociados a estereotipos rígidos de género, en donde se concibe al hombre como un ser más agresivo y poderoso que la mujer (Lader, 1993, como se citó en Kiselica y Morrill–Richards, 2007). Por lo tanto, habría una estructuración social y familiar a la base que permite que estos roles de género se continúen perpetuando e influyendo de manera significativa en el fenómeno de agresión sexual entre hermanos. En cuanto a la edad de los hermanos, se observa que en la mayoría de los casos el hermano ofensor tiene más edad que la víctima. Como ha sido mencionado, esto puede deberse a que en una familia cuyos padres se encuentran física o emocional- mente ausentes, el hermano mayor se encuentra en una posición de mayor poder y responsabilidad (Ballantine, 2011; Whipple y Finton, 1995, como se citó en Kiselica y Morrill–Richards, 2007). Sin embargo, esta diferencia de edad no puede ser considerada como un indicador que permita diferenciar los comportamientos esperables entre hermanos, de un caso de agresión sexual, pues como señalan McVeigh (2003, como se citó en Krienert y Walsh, 2011) y Russell (1986, como se citó en Carlson et al., 2006) in- cluso en hermanos de la misma edad puede existir una intensa dependencia, manipulación, coacción y desbalance de poder que den cabida a la ocurrencia de una agresión sexual. En relación con lo anterior, se ha visto que cuando hay escasa diferencia de edad entre hermanos existe una mayor probabilidad de confu- sión respecto a si los actos sexuales han sido de mutuo acuerdo o no (Ballantine, 2011), lo cual puede favorecer la relativización de las conductas sexuales. Por ello, considerar una diferencia de edad como indicador de agresión sexual entre hermanos, podría implicar el ignorar o normalizar una agresión en hermanos que tengan la misma edad. Siguiendo con las categorías planteadas y en concordancia con comentarios anteriores, existe una falta de información que permita llegar a un consenso en cuanto a la frecuencia y duración asociados a este tipo de abusos. Esta es una problemática compren- sible teniendo en cuenta la falta de consensos a nivel general en
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