Una propuesta práctica para integrar la evaluación formativa y el curriculum
10 UNA PROPUESTA PRÁCTICA PARA INTEGRAR LA EVALUACIÓN FORMATIVA Y EL CURRICULUM PENSANDO INTEGRADAMENTE LA EVALUACIÓN FORMATIVA Y EL CURRÍCULUM En términos curriculares y evaluativos se han introducido en los ltimos a os importantes cam- bios en nuestro sistema escolar. La priorizaci n curricular que se plante para afrontar la pan- demia y la implementaci n de un nuevo Decreto de evaluaci n (Decreto 67/2018), que pro- mueve decididamente la evaluaci n formativa invitan a remirar las decisiones curriculares y las pr cticas evaluativas que ocurren cotidianamente en las escuelas y son una oportunidad para impulsar cambios que actualicen las pr cticas pedag gicas, hacia un modelo que ponga en el centro el bienestar integral de los y las estudiantes y el desarrollo de un aprendizaje significa - tivo. En este contexto nos ha parecido pertinente plantear algunas propuestas para implementar la evaluaci n formativa que impulsa el Decreto 67, desde una perspectiva evaluativa y curricular constructivista. Este interés surge porque las propuestas del decreto 67 implican innovaciones profundas de las rutinas evaluativas del sistema y el cambio de esas rutinas es complejo, m s a n que estas se iniciaron en contexto de Pandemia, como lo ilustra el testimonio de Peige Ba- saure, docente de Matem tica: “El Decreto fue levemente socializado en mi colegio. En un inicio fue poner menos notas, hasta llegar a solo evaluar con conceptos durante varios meses. La pandemia influyó fuertemente en mi colegio para que los cambios que sugería el Decreto se fueran haciendo más patentes a medida que pasaba el tiempo. Se nos llamó constantemente a la flexibilidad, pero al mismo tiempo se nos exigía aprender a evaluar con portafolios y construir rúbricas, aspectos nuevos y desconocidos para muchos docentes que llevan varios años sumergidos en la cultura de la nota y hacen uso excesivo de la prueba como instrumento evaluativo (me incluyo en este grupo). En mi caso, al ser de una asignatura troncal de las “importantes”, el cambio de cierta manera fue forzado. Para mí, aprender cómo construir un portafolio, cómo construir una rúbrica, entender que tenía que evaluar de una forma diferente, fue todo un reto. Evaluar de una manera distinta, con otro instrumento, con otro sentido, requería de mi parte no solo un cambio en la planificación y estructura de mi trabajo, sino que también un cambio en mi visión y pensamiento sobre la evaluación, sobre el sentido pedagógico de ésta. Con relación a mis estudiantes, todos estos cambios eran muy raros para ellos, no estaban acostumbrados a esta nueva perspectiva. De partida no entendían que luego de haber entregado su trabajo, había una segunda oportunidad para mejorar (¿cuándo se había hecho esto con las pruebas?) o cuestionaban que existieran preguntas reflexivas en Matemática. Al igual que me pasó a mí, ellos también tenían que asimilar este cambio y cambiar su visión sobre la evaluación (distinta a una calificación). Quizás no suena a mucho, definitivamente se puede hacer más y hay cosas por mejorar, pero de a poco se va avanzando. Y veo un cambio en la recepción de mis estudiantes, veo que ellos notan que son muy capaces de aprender pese a las condiciones en que estamos realizando clases. Noto que les gusta más aprender y participar, y no tienen miedo a decir lo que piensan o a equivocarse. Sé que no son todos, que aún me falta abarcar varios, pero tengo confianza en que el cambio llegó para quedarse, y que en el futuro todos y todas mis estudiantes podrán valorar cómo estos cambios mejoran su aprendizaje y su autoestima escolar. Pero no tan solo eso, sino que los hacen personas más reflexivas y conscientes de su propio aprendizaje.
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