Universidad y discapacidad, diálogos críticos desde Latinoamérica
42 UNIVERSIDAD Y DISCAPACIDAD torado-, pero claramente no era una plataforma accesible, ni al alcance ni de conocimiento de todos y todas las personas de la comunidad educativa. Entonces se tuvo que implemen- tar las clases remotas de manera súbita. Algunas personas optamos por el Zoom, otras por llamadas telefónicas, y otras por manejarse a través de WhatsApp, hasta que finalmente unos meses después, la universidad instituyó una plataforma oficial, que es la plataforma Teams, que venimos utilizando. Sin embargo, nuevamente se implementan herramientas sin una mirada inclusiva, está pensándose en un estudiante pro- medio, provocando -en consecuencia- grandes desaciertos y -en muchos casos- estudiantes que se dan de baja porque ni siquiera se ha considerado la posibilidad de apoyar con inter- net, tampoco se consideró la posibilidad de que no pudiesen disponer de una computadora individual, dado que en casa muchas veces hay dos o tres personas y no se consideró que probablemente éstas tengan que tomar clase de manera si- multánea. Entonces se impuso la modalidad remota sin mi- rar cuestiones accesibles en términos generales, excluyendo las particularidades de los diferentes colectivos, entre ellos las personas con discapacidad, que quedan nuevamente in- visibilizadas y a un lado en el camino. Poco ha transcurrido desde esas circunstancias hasta ahora, pensando desde la im- plementación de medidas de inclusión. Cabe destacar que los protocolos relativos a generar sistemas digitales inclusivos y accesibles para estudiantes con discapacidad, tienden a ser inexistentes dadas las bajas cifras de estudiantes que tene- mos; sin embargo, las estadísticas no justifican la ausencia de protocolos y condiciones para su inclusión. Me ha tocado visitar universidades en otros países y por citar un ejemplo: Costa Rica, donde los y las estudiantes acuden a clases, pero acuden porque las instancias están diseñadas para que ellos lleguen. Mientras que mi experiencia en México ha observado un discurso opuesto; acá dicen “bueno si no hay, no hay y no hacemos nada”. Pero justamente porque no se hace nada, es que los y las estudiantes no llegan a las instituciones como la universidad donde yo trabajo. Carolina Murillo: Coincido plenamente con lo que relatado por
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