Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 88 - ¿Una nueva clase trabajadora? (Sanhueza y Carvallo, 2018). Se liberaliza, además, la creación de nuevas ins- tituciones, con el propósito de ampliar la cobertura y la competitividad del sistema, en especial en el sistema técnico-profesional. Las universidades tra- dicionales son segmentadas regionalmente para terminar con el “gigantis- mo universitario” que la reforma del 67 había supuestamente generado, de tal manera que los sectores populares que se integraran a la educación supe- rior, lo hicieran preferentemente en el sector técnico-profesional (Gutiérrez et al., 2018; Ruiz Schneider, 2010). Tras el retorno a la democracia, este diseño general de política para la educación superior no fue revertido, sino perfeccionado. Durante la tran- sición se pasa de una idea de mercado autorregulado a uno regulado, incre- mentando las capacidades estatales para guiar al mercado a través de normas y subsidios (Brunner et al., 2005). Desde finales de la década de 1990, bajo la influencia de las teorías del capital humano impulsadas por el Banco Mun- dial (Salazar y Leihy, 2013), se promovió un crecimiento acelerado de la ma- trícula. El discurso de la expansión de la educación superior se asoció al sur- gimiento y consolidación de una nueva clase media, una suerte de conquis- ta social de la transición resultado de las estrategias familiares y personales de movilidad social, consistente con la ampliación de la capacidad de consu- mo en aquella década. En una primera etapa la expansión amplió la esfera universitaria —no la técnico-profesional—, volviendo a una suerte de “gigantismo universitario”, pero de mercado. Si en 1990 había cerca de 250 mil estudiantes en pregra- do, para el año 2000 este número aumentó a 430 mil estudiantes, en el año 2010 superaba los 900 mil y ya para el año 2019 había cerca de un millón 200 mil estudiantes. Las alzas en la matrícula se vieron significativamente ace- leradas tras la creación del Crédito con Garantía Estatal (cae) el año 2005. Aquella fuente de recursos gatilló un crecimiento de carácter inorgánico — inesperado en su radicalidad por los hacedores de política de la época (La- gos, 2018)— que benefició al mercado de instituciones privadas de recien- te creación, masivas y no selectivas (O. Espinoza y González, 2015; Kremer- man et al., 2020). En sus primeros años el proceso de masificación fue presentado con op- timismo, pues apuntalaba la idea de Chile como país de clases medias en ex- pansión, y proveía de una imagen de éxito al diseño altamente individualiza- do de integración social vía movilidad (Torche y Wormald, 2007). No obstan- te, esta promesa se agrietó a inicios de la pasada década. Ocurre un paradó- jico vuelco de situación: la enseñanza terciaria pasa de camino de desarrollo

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