Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 42 - Participación y orden Esta información nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas: ¿Gen- darmería ejerce control de todos los ámbitos de la vida en prisión o existen espacios fuera de su control?, ¿las personas privadas de libertad mantienen el control de algunos espacios carcelarios?, ¿cuáles?, ¿ese control se encuen- tra reconocido?, ¿los espacios controlados por las personas presas son siem- pre violentos? Con base en estas preguntas, el objetivo de este trabajo es ana- lizar la participación de las personas privadas de libertad en la gestión de la cárcel y su relación con la violencia. 2. Revisión de literatura La literatura penitenciaria ha puesto especial atención en la gestión de las cárceles como una variable capaz de influir en la experiencia del encarcela- miento, afectando la seguridad de las personas privadas de libertad y la es- tructura de las relaciones sociales (Jacobs, 1977; Murton, 1975, Crewe, Lie- bling y Hulley, 2014). Esta gestión puede ser ejercida ya sea exclusivamen- te por la institución a cargo de las cárceles, por las personas privadas de li- bertad o por una combinación de ambos actores. Para autores como DiIulio (1987), los casos en los que los privados de libertad tienen participación y protagonismo puede derivar en dinámicas de autogobierno y sometimiento de las autoridades a las estructuras de poder de los reclusos, lo que podría ge- nerar “ocio, caos y violencia generalizada” (Crewe et al., 2014, 389). Una al- ternativa a lo indicado es una gestión que se sustente en el control y en una burocracia paramilitar, que priorice la seguridad, instalando el orden y ha- ciendo de la cárcel un espacio tranquilo, pacífico y productivo. No obstante, a pesar de lo afirmado por DiIulio (1987) no queda claro si la aplicación rígida de las normas, la estricta supervisión y el ejercicio imper- sonal de procedimientos representan las únicas alternativas para evitar des- órdenes y violencia al interior de los penales (Sparks, Bottoms y Hay, 1996). En América Latina es posible identificar sistemas penitenciarios con diversas limitaciones: hacinamiento, instalaciones inadecuadas, limita- do acceso a servicios, pocos funcionarios y con escasa experticia técnica, insuficiente control externo (cidh, 2011; Darke y Garces, 2015; bid, 2019; Gual et al., 2020). Estas carencias precarizan el funcionamiento de muchos establecimientos penales y han provocado la expansión de dinámicas infor- males de gobernabilidad como forma de sobrevivencia y como salidas para enfrentar la violencia de los propios sistemas (Macaulay, 2017). Estas dinámicas de gestión informal de la cárcel no presentan un escenario uniforme, pudiendo identificarse múltiples formas de interacción entre las au-

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