Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 32 - Proteger y encerrar mitimos estar agonalmente, y sostener un conflicto que puede ser la única vía para aparecer ante el otro (Wieviorka, 2001). Un tópico que llama la atención es la decisión de orientar las transforma- ciones del modelo hacia un horizonte definido desde lo familiar. Este asun- to requiere al menos ser problematizado evitando asumirlo, a priori , como un estándar de mejora, a raíz de los últimos cambios formulados al modelo que pasa de los centros de administración directa (cread) a las residencias familiares. ¿Por qué lo familiar cuenta con un carácter deseable para las in- tervenciones de acogimiento residencial en Chile?, ¿es la familia el escena- rio que mejor encarna una experiencia de cuidado y protección para niños, niñas y adolescentes? Lo que ya sabemos es que “la familia” como imagen unitaria, estable e ideal, que organiza las relaciones de sus miembros de manera ordenada y armonio- sa, es un tópico que está fuertemente cuestionado por los últimos debates, so- bre todo, si se considera los aportes que ha realizado el feminismo para rede- finir el rol de hombres y mujeres en torno a la crianza de los hijos/as. En esta dirección, la presencia de la ideología “familista” en las políticas y programas, constituye un obstáculo para los intereses y el bienestar de los niños y niñas, pues éstos terminan siendo comprendidos a partir de los intereses, necesida- des y equilibrios familiares, habitualmente, heteronormados. De este modo, la noción de residencias familiares contiene una impronta que requiere ser revi- sada, sobre todo si se considera que asuntos como el género y la generación re- producen lógicas de desigualdad al interior de la familia patriarcal, que, ade- más, se inscribe en un contrato impuesto por la modernidad, donde priman la- zos naturales afectivos y de sangre (Soto, 2021). Dicho lo anterior, que para el Estado lo “familiar” tenga un lugar determi- nante, como una suerte de “ámbito natural” en el que tienen que crecer y desa- rrollarse niños y niñas, y como responsable directo de acceso a derechos, cons- tituye un tremendo problema si se considera que, desde el punto de vista del género y la edad, esta institución está fundada en una relación asimétrica de privilegios de unos sobre otros: los mayores de edad sobre los menores de edad, de los hombres sobre las mujeres (Soto, 2021; Villalta, 2021). Preocupa, en este sentido, la preponderancia que el Estado otorga a la fa- milia por sobre toda otra forma de relación social, sin siquiera cuestionar el lugar en que niños y niñas quedan cuando se les reconoce prioritariamen- te dentro de la dimensión de lo familiar, en desmedro de otras, con el fin de otorgar un reconocimiento público a su lugar como sujetos que se hacen par- te de la construcción de la democracia. Se deja entrever, en cierta medida,

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=