Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 28 - Proteger y encerrar promiso, vocación, experiencias previas, sobre todo para el caso de las edu- cadoras o cuidadoras) más que a través de responsabilidades institucionales (Llobet, 2010), constituye un mínimo que requiere ser inscrito dentro de las modificaciones formuladas al modelo desde el nivel central. Lo que hoy tenemos, entonces, es una tutela que opera no solo sobre ni- ños, niñas y adolescentes, sino que también sobre los adultos que los intervie- nen. Se les sugieren conceptualizaciones para definir quiénes son esos niños y niñas, cuáles son sus problemas y cómo hay que intervenirlos. El rol de los saberes psi ha sido clave y permite comprender las razones detrás de los mo- dos de intervenir a los niños y niñas pobres en el contexto neoliberal actual. El rol de la psicología es central en la configuración de las prácticas que se proponen desde el Estado y que se han asentado a lo largo del siglo xx, consoli- dando políticas que acentúan un orden individualista y selectivo de las tensio- nes sociales, que se traduce en la construcción de sujetos que sostienen una so- ciedad desigual (Galindo et al., 2014), donde ciertas nociones psi adquieren un importante protagonismo: capacidades, competencias, habilidades, destrezas. Es en esta operación que los problemas y tensiones sociales a la base del ingreso de niños, niñas y adolescentes al sistema de protección, se convierten en asun- tos individuales que aquejan a las personas y no a los contextos. Existe, en este sentido, una operación de desplazamiento cuando se habla de niños/as vulnerables y no de vulnerados (debido al contexto que los rodea). Son precisamente las personas, en este caso, nna pobres y sus familias, quie- nes quedan sometidos a intervenciones psicosociales que buscan corregir el déficit detectado, desplazando la atención desde lo estructural (desigualdad y pobreza) a lo individual, donde prima el mérito y el esfuerzo como recurso para superar el problema que origina el ingreso al sistema. Son las propias políticas de protección de derechos las que terminan enmas- carando la desigualdad estructural mediante la construcción de “situaciones de vulneración de derechos” o “factores de riesgo”, que operan como un recorte que va acotando las tramas sociales que requieren ser intervenidas. La protec- ción termina operando a través de la moralización de las desigualdades sociales que son tratadas por medio de intervenciones altamente individualizadas, don- de importa que las familias se comprometan y modifiquen comportamientos que reestablezcan un orden familiar aceptable (Villalta, 2021). Esto explica por qué los abordajes provenientes de la política pública es- tán repletos de intervenciones psi (talleres de habilidades parentales, medica- ción de nna, psicoterapia individual) y desprovistos de intervenciones socia-

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