Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 25 - Bárbara Olivares nutrir cada carpeta que hace posible el funcionamiento de la residencia don- de trabajan día a día. Esta capacidad, a la base del trabajo de cuidado, no pareciera ser trans- ferible a través del formato tradicional de capacitación (referido insistente- mente por nuestros/as entrevistados/as, y promovido frecuentemente por las nuevas autoridades como una vía de solución para la crisis del sistema), sino que más bien, se relaciona con asuntos más profundos que se vinculan con compromisos personales y con una lectura política acerca del rol que se juega en la intervención. Las y los profesionales tienen que construir un es- pacio de trabajo abordable e inteligible, un relato organizado que le dé cohe- rencia y sentido a las prácticas, a los sucesos, a los sujetos y a las institucio- nes (Barna, 2014), que les permite a los ejecutores comprender las necesida- des infantiles de manera más compleja, tomando una distancia crítica de lo instituido por la política pública. Lo que denominamos prácticas subjetivantes (ver capítulo vi de la tesis) recoge ese esfuerzo cotidiano que se despliega desde abajo, de manera in- orgánica, muchas veces por fuera de los lineamientos dispuestos desde las orientaciones para el acogimiento residencial, y que debiese funcionar como un sostén para los niños, niñas y adolescentes y sus familias en su paso por la residencia. Subjetivar las intervenciones es central en cualquier trabajo de cuida- do, pues permite construir la posibilidad de reparar aquellos vínculos daña- dos por condiciones de pobreza y desigualdad, que se han mantenido como elemento de contexto desde que surgieron las primeras residencias en Chile (Delgado, 2001; Pinochet, 2017; Rojas, 2010). Ello implica evitar que la injus- ticia social que afecta a los niños, niñas y adolescentes y sus familias, históri- camente, sea objetivado como un dato anexo, un factor de riesgo que se enu- mera en el formulario de ingreso al sistema, y que constituye una amenaza para el cuidado y la protección. Muy por el contrario, el mismo servicio puede promover la generación de espacios (que no son la supervisión administrativa ni la capacitación, ya existentes) para que las y los interventores puedan reflexionar sobre la in- justicia social y su relación con la parentalidad, el maternaje y los cuidados, que, sin lugar a dudas, no pueden ser pensados sin condiciones sociales mí- nimas (Morales, 2017). Es decir, es urgente que, para transformar el sename, hoy llamado “Mejor Niñez”, se analicen los límites institucionales que prefi- guran el objeto de interés, impidiendo que aparezca el efecto del “es así”, y el

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