Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 214 - Cuidado infantil Estos patrones normativos constituyen un claro ejemplo de la imbrica- ción entre la reciprocidad madre/hija y la historia relacional entre ambas mujeres. En este sentido, cabe destacar que la mayoría de las narrativas plan- tea que la relación ha mejorado desde la llegada de la nueva generación, de la mano del involucramiento de la abuela en el cuidado de niñas y niños. En primer lugar, esto se asocia a la valoración que la hija otorga al apoyo brinda- do por la madre. Asimismo, es atribuido a las transformaciones que acompa- ñan la experiencia de maternidad, significadas como una forma de madurar y el desarrollo de una nueva perspectiva respecto a la propia madre. Asimismo, los cambios identificados en la relación madre/hija, respon- den a las oportunidades de interacción que brinda el cuidado compartido. En este sentido, las niñas y los niños son descritos como un punto de encuentro entre ambas mujeres y como una razón para mejorar su interacción. No obs- tante, esto también implica desafíos para la relación, concernientes a la alta carga del cuidado infantil —y las negociaciones que ésta supone— y a las di- ferencias en los estilos de crianza. Por otra parte, la expresión de reciprocidad responde al mandato de la buena hija, que se entrelaza con el binomio mujer/cuidado; este se orien- ta principalmente al acompañamiento, ayuda en las actividades reproducti- vas, apoyo económico y cuidado directo de la madre. Estas formas de sopor- te suelen manifestarse desde la infancia, dando cuenta de la transmisión in- tergeneracional de lógicas generizadas, entre las que destaca el valor del sa- crificio. De este modo, la configuración de la buena hija hace eco de la buena madre. A este respecto, el apoyo brindado por la hija es significado como una expresión de afecto, siendo para algunas mujeres su principal o única fuen- te de soporte. Pero yo cuando estuve enferma (hija) […] ella no se despegaba del lado mío. (…) Se portó súper, súper bien. Pero como te digo, no es de añuñú, pero es muy buena hija. (…) Fue ya más que una más que una enferme- ra, era […] se preocupaba de la ropa, de mi pelo, de las uñas, de qué iba a comer. Me mandaba la comida todos los días preparada. (…) Iba to- dos los días, o sea, lo mejor (Abuela 5). En este escenario, las mujeres comparten la obligación del cuidado mu- tuo y de recibir este cuidado, las que van tendiendo a la simetría a medida que la hija se acerca a la adultez. De esta forma, la historia de mutua recipro- cidad configura una forma de soporte central para enfrentar desafíos econó-

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