Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 211 - Eugenia Pizarro dre de la madre representa seguridad física y emocional, asociándose a vir- tudes como paciencia, expresión afectiva, conocimiento y confianza. De esta forma, se satisface el mandato maternalista, mientras se abre el espacio para que la madre pueda participar en el espacio público. 3. Reciprocidad madre/hija: superposiciones nor- mativas y relacionales El cuidado infantil compartido entre madre y abuela se enmarca en una for- ma particular de colaboración a la que me referiré como reciprocidad ma- dre/hija. En ésta se entrelazan desafíos estructurales, trayectorias compar- tidas y patrones normativos, constituyendo un nudo normativo y relacional. En primer lugar, la reciprocidad madre/hija, se enmarca en un manda- to social de solidaridad entre mujeres. Esta forma de solidaridad es significa- da como una responsabilidad, que tiende al apoyo y reconocimiento mutuo, constituyendo formas de resistencia y subsistencia ante desigualdades atra- vesadas por el género (Durán, 2003; Jelin, 2020; Mohanty, 2003). Sobre esta base, las mujeres construyen redes informales de soporte, que ayudan a re- solver los desafíos cotidianos y dificultades específicas a lo largo de la vida. La solidaridad entre mujeres se expresa de formas variadas, presentando distintos parámetros temporales y formas de soporte. Asimismo, se enmarca en relaciones de poder de mayor o menor simetría (Rodríguez, 2010). En el contexto de la relación madre/hija, la solidaridad implica, además, matices y transformaciones en el ejercicio del poder, que acompañan el transcurso de la historia relacional. En este sentido, las dinámicas de poder se entrelazan con el vínculo afectivo, los cambios en las necesidades de apoyo de cada mu- jer y los distintos patrones normativos que atraviesan la relación. La reciprocidad madre/hija, también supone expresiones de reciproci- dad familiar, norma cultural característica de las sociedades Latinoamerica- nas. La reciprocidad familiar implica el mandato de brindar y recibir apoyo y asistencia de parte de las redes de parentesco, particularmente de la fami- lia directa, lo que generalmente involucra trabajo de mujeres (Bogino, 2016; Gómez y Agudelo, 2017). Sobre esta base, las prácticas de reciprocidad en la fa- milia configuran una deuda moral y afectiva, que muchas veces se paga de for- ma diferida, a través de apoyo intergeneracional en el cuidado (Comas, 2014). En el contexto investigado, el mandato de la reciprocidad familiar se evi- dencia, entre otros ámbitos, en las expectativas de las madres respecto del apoyo familiar para el cuidado infantil, particularmente por parte de las

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