Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 210 - Cuidado infantil de repente yo trato de controlar todo desde allá (puesto de trabajo) y como que de repente yo me estreso (Madre 4). Del mismo modo, se describen circunstancias particulares que condu- cen a una mayor participación masculina en el cuidado, como diferencias en los horarios laborales entre madre y padre, falta de redes de apoyo y per- manencia temporal del padre en el hogar. En estos casos se mantiene la ló- gica maternalista, de modo que los padres tienden a asumir labores especí- ficas de cuidado directo, como alimentación y juego, esperando la llegada de la madre. Cabe destacar, además, que en dos familias se describe la participación activa y protagónica del padre en el cuidado infantil. En estos casos, los hom- bres también se involucran en la toma de decisiones y la organización del cuidado, estableciendo una forma de gestión que libera a la madre de parte de la carga mental. Estas prácticas aparecen en el discurso como una excep- cionalidad, asociada a características individuales de hombres particulares. De esta forma, se apunta a la comprensión de la corresponsabilidad como lo- gro familiar y no como resultado de una transformación societal. Del mismo modo, los mandatos maternalista y familiarista, se plasman en diversos niveles de reticencia a la desfamiliarización del cuidado infantil, dificultando la utilización de alternativas como el cuidado pagado y las ins- tituciones de educación preescolar. Así, las estrategias extrafamiliares son significadas como un último recurso para resolver el cuidado infantil. Al res- pecto, distintos relatos dan cuenta del rechazo de la familia extendida al re- curso sala cuna/jardín infantil, lo que se traduce en un cuestionamiento a la madre que opta por estas alternativas. Y yo no hallaba qué hacer y tenía el cuestionamiento de toda mi fa- milia, porque en mi casa, mis tías, nadie llevó a su hijo a sala cuna. (…) Entonces, no tuve más opción que mandarlo. Sí, entonces me sen- tí ¡oh!, muy cuestionada por todo el mundo. (…) Todo el mundo, mi mamá, todo el mundo me decía, “cómo, por qué lo llevas, pobrecito, por eso se enferma, tú eres la culpable” —cuenta llorando. (…) Y yo le decía, “pero si no tengo otra persona” (Madre 4). En este contexto, el rol de la abuela materna cobra una particular rele- vancia, presentándose como la opción preferente para reemplazar el cuidado materno. Para ambas generaciones, el cuidado infantil brindado por la ma-

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=