Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 21 - Bárbara Olivares que se hacen parte del contexto (donde se ponen en juego vínculos, afectos, bio- grafías, cuerpos, subjetividades, vivencias, etc.). Desde ambos frentes, la políti- ca pública de niñez se nutre y va produciendo y reproduciendo a un sujeto com- puesto de retazos que conforman una especie de collage , donde coexisten niñas y niños heterogéneos y diversos, pero que provienen de un mismo origen y que son codificados a partir de una misma matriz. 2. Minorización La comprensión del proceso requiere de una perspectiva de largo alcance. Lo que ha ocurrido con la política de acogimiento residencial está estrecha- mente vinculada a derroteros económicos y políticos, a la producción de ins- tituciones y de saberes especializados, que se cristalizan sobre al menos dos siglos de historia, y que siguiendo a Foucault (2000), transitan por una ruta conocida, donde el oficio de castigar se transforma en el oficio de curar y allí se despliegan una serie de capas que van sedimentando un fenómeno, el de la minorización , que se asienta en el marco de un régimen político-económi- co que actúa en nombre de la libertad y autorrealización. Para comenzar, es necesario advertir que la minorización (el objeto de es- tudio de esta investigación) es un proceso que opera sobre cimientos bien só- lidos. Uno de ellos es la dimensión económica que permite financiar prácti- cas donde prima la caridad y la filantropía por sobre enfoques de orden más técnico como el enfoque de derechos o la perspectiva de protección integral. Actualmente, la política de protección especializada existente en Chile está montada sobre una estructura de financiamiento que pone en el centro al mundo de los privados (como el resto de políticas neoliberales instaladas en el país desde los años 80 en adelante), compuesto por una variedad de cor- poraciones que producen prácticas muy disímiles y heterogéneas. Algunas (las más) cercanas a la iglesia y a congregaciones religiosas y otras, con se- llos más ciudadanos, aunque no necesariamente con prácticas innovadoras y respetuosas en cuanto al cuidado. La dimensión económica es pilar fundamental de la crisis que afecta a la niñez minorizada, pues mantiene la tercerización, desresponsabilizando al Estado del cuidado de los niños, niñas y adolescentes que quedan en ma- nos de organismos privados, que centran su trabajo en mostrarse competen- tes ante el cumplimiento de indicadores que, la mayoría de las veces, no co- nectan con sus necesidades. Cuando una jueza (a cargo de denunciar al Estado ante las primeras seña- les de crisis hace más de 10 años) manifiesta que “los niños no son carpetas”,
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