Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 209 - Eugenia Pizarro ticipación masculina. Mientras la generación de las abuelas (G1) tiende a na- turalizar la baja o nula participación de los hombres en el cuidado infantil, la generación de las madres (G2) en general expresa su descontento ante la inequidad en el reparto de las labores de cuidado; esto da cuenta de una ma- yor adhesión a los discursos sobre la corresponsabilidad. En este escenario, la distancia entre expectativas y la participación paterna concreta suele ser una fuente de conflicto en las parejas de esta generación. En este marco, en ambas generaciones se describen diversas formas de participación masculina en el cuidado que oscilan entre el involucramien- to ocasional y la realización regular de tareas determinadas. Al respecto, tal como plantean Gómez et al. (2017), las tensiones normativas en torno al cui- dado infantil configuran mayores espacios de decisión para los hombres, que les permiten escoger de qué forma y en qué áreas del cuidado participar. Esto contribuye a delimitar ámbitos de responsabilidad exclusivamente materna. Entonces, si bien las familias organizan el trabajo de cuidados de mane- ras diversas, las narrativas describen una tendencia común a distinguir entre tipos de labor en el cuidado. En cuanto al cuidado directo, las labores más in- mediatas al espacio doméstico y la sostenibilidad de la vida —alimentación, higiene, vestuario y administración de temas de salud— tienden a ser asu- midas por mujeres. En tanto, las tareas del cuidado más asociadas al espacio público —transporte y apoyo escolar de hijas/os mayores— tienden a involu- crar una mayor participación masculina. Asimismo, las labores relativas al cuidado indirecto, es decir, la organiza- ción y supervisión del cuidado, suelen ser responsabilidad de la madre. Esto implica asumir la carga mental y emocional asociada a la gestión del cuida- do, aun cuando la madre no se encuentre en el mismo espacio de la niña o niño (Pérez, 2006; Undurraga y López, 2021). Al respecto, en ambas genera- ciones, la mayoría de las mujeres entrevistadas invierte una gran cantidad de tiempo y energía en establecer las pautas de crianza, planificar la rutina, distribuir responsabilidades, resolver situaciones emergentes y supervisar el desempeño de otras/os cuidadores/as. Él (padre) puede llevarlo a algún lugar, pero generalmente no se dedica mucho él. Es como buen cuidador nomás. Como que no pase nada, que no prenda fuego a la casa. Que no andes jugando con cuchillos, pero él no le dedica mucho tiempo para jugar con él. Porque me doy cuenta, porque llego a la tarde allá su casa y (hijo) ha roto plantas, ha roto cosas. Yo le digo, “pero cómo no, si está aburrido”. (…) Como que
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=