Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 208 - Cuidado infantil de conocimiento al respecto puede conducir a experiencias de cuidado ini- cial altamente estresantes. Al respecto, cabe destacar la importancia que tie- ne el soporte de otras mujeres durante esta etapa, aun cuando se cuente con aprendizajes previos. En este sentido, en la mayoría de los casos se hace referencia al acompa- ñamiento y guía de una mujer mayor, que apoya los primeros meses de ma- ternidad, ya sea la madre o una figura materna. Asimismo, se describe el traspaso de saberes por parte de otras mujeres —parientes, vecinas, compa- ñeras de sala en el hospital—, quienes comparten normativas y estrategias de cuidado infantil. En estos casos, las entrevistadas valoran particularmente la trayectoria de crianza de estas tutoras informales, la que permite validar los conocimientos entregados. Tal como ocurre en el proceso de adquisición del rol de cuidadora, la co- tidianidad del cuidado infantil en la adultez mantiene una estructura gene- rizada. Así, tal como se mencionó anteriormente, los discursos emancipado- res sobre la distribución del cuidado entran en tensión con la tradición y los mandatos de la maternidad. Esto se traduce en una resistencia social a cam- bios profundos tendientes a la corresponsabilidad —particularmente a la dis- tribución equitativa de roles entre mujeres y hombres—, de manera que el cuidado infantil continúa resolviéndose principalmente mediante el apoyo informal de mujeres. Al respecto, hombres y mujeres de la familia refuerzan las lógicas mater- nalistas, de formas explícitas e implícitas. Las narrativas de las participan- tes se entrelazan con estos discursos, transmitiendo ideas como yo lo hago mejor, una madre sabe y a mí me importa más. Por una parte, esto cumple una función identitaria para la mujer/madre, respaldando la mantención de su poder sobre hijas e hijos en el contexto familiar. Por otra parte, facilita la centralización en la toma de decisiones, disminuyendo el tiempo y malestar asociado a las negociaciones sobre el cuidado infantil. En esto de “yo lo hago porque yo sé cómo hacerlo y lo hago rápido, lo hago mejor…”; en estas cosas que uno cree, porque no es que sea así, sino que no cree, quizás hago nomás. Y en eso no permito que el res- to interfiera mucho. Y al resto se le debe hacer cómodo también. Y las cosas terminan funcionando así (Madre 2). Al respecto, cabe destacar que se aprecian diferencias generacionales, particularmente en las expectativas de las mujeres jóvenes respecto a la par-
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