Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 204 - Cuidado infantil cuidados (Arriagada, 2010). Esto implica dificultades progresivas de acceso al cuidado para personas dependientes, lo que constituye un problema glo- bal (Esquivel, 2011; Pérez, 2006). De acuerdo con Arriagada (2021), esta crisis comprende dos dimensiones; por una parte, el aumento en cantidad y com- plejidad de la demanda de cuidados, de la mano de la disminución de la ofer- ta de cuidadores. Por otra parte, las dificultades de una parte importante de la población para alcanzar un nivel de bienestar, que permita brindar y reci- bir cuidado de calidad. Si bien en Chile se han desarrollado políticas públicas sociales y de cuida- do que abordan de cierta forma la crisis, éstas son de carácter segmentado y no cuentan con los recursos suficientes; en este marco, se mantienen las desigual- dades de género y clase relativas a la organización social del cuidado (Arriaga- da, 2021). Esto se articula con la cultura maternalista/familiarista que caracte- riza a nuestra región (Flores y Tena, 2014; Vera et al., 2017), a partir de la cual el cuidado infantil es considerado responsabilidad de las mujeres/madres, tan- to a nivel individual como institucional. El mandato maternalista se relaciona con la mantención de lógicas tra- dicionales que conviven con ideales modernizadores en el marco de la so- ciedad chilena (Rebolledo y Valdés, 2018; Vera et al., 2017), lo que se traduce en expresiones de tradición selectiva (Valdés et al., 2005). Al respecto, aun cuando en Chile se han instalado discursos emancipadores que hacen refe- rencia a la equidad en el trabajo reproductivo, el cuidado infantil continúa encarnando desigualdades de género y clase. Esto se evidencia en la distri- bución generizada del tiempo, reflejada en la Encuesta Nacional del Uso de Tiempo (ine, 2019), de acuerdo con la cual, en promedio las mujeres dedican tres horas diarias más que los hombres al trabajo no remunerado. Sobre esta base, la crisis de los cuidados ha sido enfrentada principal- mente mediante el trabajo no remunerado de mujeres (Arriagada, 2021), En este sentido, las estrategias para enfrentar la crisis han sido principalmen- te reaccionarias, manteniendo las lógicas tradicionales patriarcales (Pérez, 2006). De esta forma, el cuidado infantil se ha organizado preferentemente en torno a redes informales de solidaridad y reciprocidad femenina interge- neracional, en las que se destaca la participación de abuelas maternas y pa- ternas (Gómez y Agudelo, 2017; Greciet y Miranda, 2015; Tobío, 2003). Cabe destacar, en este sentido, que las formas que adoptan estas redes informales se ven afectadas por factores relativos a la clase. Por una parte, esto se relaciona con aspectos materiales; las familias con menores recur-

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