Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 193 - Pamela Soto sencia de recursos públicos para el cuidado, estimulando una cada vez ma- yor mercantilización de la reproducción de la vida (Hernando, 2006; Ezque- rra, 2010; Setién y Acosta, 2010). Esta mercantilización impacta directamente a los cuidados y también a to- das las actividades, disposiciones y afectos que permiten la reproducción so- cial de la vida. Ahí es donde se expresa la gran contradicción a la que hace re- ferencia Fraser (2015). La vida en el contexto de un modelo de desarrollo que genera inestabilidad en los procesos que son fundamentales para su propia sostenibilidad exceden la crisis de los cuidados, abarcan todo lo que rodea la reproducción de la vida, en varias dimensiones, como la ecológica, incluida la crisis climática o la crisis del trabajo asalariado y las migraciones. Las diversas dimensiones afectadas se encuentran a la vez imbricadas entre sí y pueden ser comprendidas, en conjunto, como una crisis general (Fraser, 2018). En cuanto crisis general sistémica, el enfrentamiento a contingencias complejas, como la pandemia, muestra las debilidades preexistentes de las instituciones sociales. En la familia , que es lo que ocupa a esta reflexión, aso- ma con claridad la vulnerabilidad de las posiciones de mujeres, las niñas y los niños, en especial en los bajos quintiles de ingreso. Que esta fragilidad es previa y además, estructural, se observa, por ejemplo, en el hecho que, el mismo año y antes que se desatara por completo la pandemia y su confi- namiento, un estudio de Fundación Sol en Chile mostró que independiente- mente de estar o no insertas en el mercado laboral, las mujeres —transver- salmente, independientemente también del quintil de ingresos al que perte- necen— trabajan más del doble que los hombres en trabajo doméstico no re- munerado, lo que corresponde a casi una jornada más. Junto a ello, el mismo estudio señala que el apoyo doméstico que los quintiles de mayores ingresos reciben, es ejercido también por mujeres y muchas veces en condiciones de precariedad laboral (Barriga et al., 2020). Por último, las niñas también tienen más posibilidades de desarrollar tra- bajo doméstico, en sus hogares y en los de terceros (Binazzi, 2019; Sagastiza- bal y Legarreta, 2016 en Soto, 2021) y hay altas probabilidades de ser selec- cionadas para el trabajo de cuidadoras principales de enfermos, niños y ni- ñas, viejas y viejos, limitando sus posibilidades de desarrollo social y acceso a la educación y el trabajo (Soto, 2021). 7. Conclusiones Lo que se ha repetido a lo largo de este trabajo, que al hablar de espacio pri- vado apelamos al espacio privilegiado de la familia, que ese espacio es el lu-
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