Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 185 - Pamela Soto En el acápite anterior se señalaba que el modelo de Familia en las socie- dades modernas se vincula íntimamente con el modelo de desarrollo, en las dimensiones productiva/reproductiva, pero también, en sintonía con su lu- gar clave para la reproducción del modelo, posee una dimensión de control social. La Familia forma parte —y como institución es uno de los actores principales— de un complejo sistema de dominación. Para Donzelot (1979) lo que emerge en la modernidad, es un gobierno a través de la familia 12 que es instrumentalizada como objeto de política y medio para el desarrollo de in- dividuos para que contribuyan al orden social, para lo que requiere producir determinadas subjetividades, en las que emerjan sujetos que deben ser, fun- damentalmente, normalizados educativa, social y sexualmente. Habiendo considerado a la Familia como una institución social altamen- te desigual, pensar en las formas que asume y en las que se distribuye el po- der al interior de ella, resulta fundamental para comprender los dilemas a los que se enfrentan los miembros de las familias reales en la sociedad con- temporánea. Se plantea acá, junto con Foucault (1992), que la Familia en tan- to reguladora de las formas de conocimiento y productora de un régimen de verdad, opera regulando los cuerpos en distintos niveles —macro y micro— de biopoder. 13 De esta manera es la propia realidad de los cuerpos y los deseos de suje- tos que habitan las familias, que se constituyen bajo el orden dominante de la Familia nuclear, los que van a estar históricamente determinados a través de estas relaciones de poder, control y vigilancia, dando como resultado, en algunos casos, situaciones de injusticia, desigualdad, dolor y sufrimiento fí- sico y psíquico, así como también, en otros casos, abriendo lugar a prácticas de resistencia. Estas últimas, en todo caso, no necesariamente llegarán a ata- car la esencia del poder, como lo planteaban Arruza y Bhattacharya (2020) al referirse, por ejemplo, a la comunalidad. A nivel discursivo, las concepciones dominantes de Familia, especial- mente desde la segunda mitad del siglo xx la Familia nuclear-aislada parso- niana, son a tal punto hegemónicas que siguen jugando hoy, un papel cen- 12 La modernidad implica para el autor una transición desde lo que él denomina un gobierno de las familias, proclamadas como sujeto político, propio del Antiguo Régimen —antes del siglo xvii— hacia un gobierno a través de la familia que respondería a las necesidades políticas de las revoluciones burguesas y los cambios históricos introducidos por el capitalismo en los países centrales o desarrollados. 13 Foucault (1998) señala que a partir del siglo xvii el poder sobre la vida se desarrolla en dos formas no an- titéticas: la primera, la anatomopolítica del cuerpo humano y la segunda la biopolítica de la población. “Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organi- zación del poder sobre la vida”(:83) una tecnología “anatómica y biológica, individualizante y especificante” (:83) ca- racteriza un poder “cuya más alta función no es ya matar, sino invadir la vida enteramente”. La era del biopoder produ- ce disciplinas, políticas y técnicas dirigidas a “obtener la sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones” (:84)

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