Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 180 - Espacios privados Vinculada al logro de esta tarea, se fundó en la Familia moderna, una nueva relación madre-hijo, centrada en los afectos y la idea del buen trato de la madre (Shorter, 1976) así como en una noción de la maternidad natura- lizada, en la que aparece con fuerza el valor de la buena madre y lo que Ba- dinter (1991) 8 denomina mito del instinto materno. La vida familiar, fundada en la diferencia sexual y la naturalización del lugar asignado a partir de ella, también comprenderá ciertas ideas que señalan que mujeres/madres e hijos o hijas, están unidos por un lazo amoroso espontáneo que favorece la conti- nuidad de la especie y la sociedad (Badinter, 1991). Así, junto con la privatización y subordinación de la niñez, se ha estable- cido un lazo naturalizado de relación de niñas y niños con la Familia, la que es entendida como un lugar esencial y central de su experiencia vital, esto aun cuando, mirado desde otro lugar, la pertenencia a una familia es también un destino ineludible, en el que incluso desde un expreso liberalismo es posi- ble señalar que “los niños son simples rehenes de la familia en la que crecen, y la participación que ellos tienen en su estructura genérica no es de ningún modo voluntaria” (Nussbaum, 2001: 86). Se plantea entonces que, tal como es posible identificar el despliegue de una forma moderna de patriarcado que tiene impacto en la configuración fa- miliar y la posición de las mujeres en ella, se ha descrito, socioculturalmen- te, la presencia del adultocentrismo, una relación de poder asimétrica entre la infancia y la adultez, en favor de la última y que en el marco de la Familia, supone que hijas e hijos queden sometidos al poder del padre y los adultos. De esta manera, en lo relativo a la experiencia de la niñez, la pertenencia a una familia implica casi necesariamente —e independientemente de la diver- sidad de experiencias— someter a niños y niñas a “un poder adulto incuestio- nado en su esencia” (Soto, 2021: 92) y naturalizado en su origen. Dado que, como señalábamos, su posición también implica que su expe- riencia se desarrollará fundamental —y privilegiadamente— en la privacidad de lo familiar, niñas y niños están expuestos a formas de relación social don- de se ha naturalizado no solo la división sexual del trabajo, sino que, un sis- tema de valores sexuales que impone una “buena” sexualidad: heterosexual, marital, monógama, reproductiva y no comercial (Rubin, 1989) y, en lo más profundo, define lo que es considerado ser hombre o mujer y más aún, un buen hombre y una buena mujer. 8 La publicación original en frances es Badinter, E. (1980) L’amour en plus. Histoire de l’amour maternel (XVI- Ie-XXe siècle). Paris: Flammarion
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