Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 179 - Pamela Soto do las condiciones de la existencia de un contrato sexual (Pateman, 1995) que dejó a las mujeres subordinadas al matrimonio, quedando la conyugalidad de- limitada, en su esencia, como un contrato entre desiguales. Sobre la base de esta construcción de la diferencia entre los sexos, se construyó una diferencia política, esencial para comprender la sociedad oc- cidental contemporánea, en la que las libertades civiles consignadas en el derecho patriarcal son solo para los hombres, así como lo es la vida públi- ca; mientras las mujeres son remitidas a la esfera privada y deberán no solo proveer acceso a su cuerpo, sino también el trabajo doméstico, base de la re- producción de la vida, quedando fuera de la ciudadanía y la democracia pro- pias del espacio público (Pateman, 1995). En el marco de esta diferencia, las sociedades liberales no han sido capaces de responder o resolver las tensio- nes que vienen planteando los feminismos y un ejemplo de esto son las ten- siones derivadas del trabajo de reproducción social y el rol político de la fa- milia (Nussbaum, 2001) Por otra parte, además de la condición sexualmente asignada de la espo- sa y el marido en el contrato sexual al que hace referencia Pateman (1995), se instauró en el ordenamiento familiar moderno, la subordinación de las hi- jas y los hijos, quienes tienen en la familia el primer lugar de formación para la vida social. Ya desde el descubrimiento de la infancia (Ariés, 1987) 5 en el paso de las sociedades tradicionales a las modernas, se fortaleció la idea de la Familia como núcleo básico de la sociedad moderno-liberal y la entroniza- ción de la niñez (Vicuña, 2001 en Rojas Flores, 2001) en ella, cuestión que, si bien le otorgó un lugar central a niños y niñas en la Familia que se organizó en torno a ellos (Aries, 1987), también terminó por construir una concepción dominante de la niñez como objeto de protección y sujeto en vías de desarro- llo, reduciendo su experiencia a lo familiar, privado, y a la escuela, 6 retirán- dolos también, como a la mujer, de la vida pública y social. Particularmente en el caso de la niñez, se ha naturalizado la idea del niño y la niña como adultos incompletos y en la misma medida se ha relevado la im- portancia de la Familia nuclear biparental —los padres y particularmente la ma- dre— en la producción de sujetos socialmente valiosos, sin considerar prácticas sociales y contextos en los que se produce la niñez (James et al., 1997). 7 5 Ariés plantea que la infancia como etapa vital distinta de la adultez y los sentimientos asociados a ella, sur- gen a fines del siglo XVII y principios del XVIII en su libro L’enfant et la vie familiale sous l’Anciene Regime de 1960. 6 Las nuevas estructuras educativas que trajo consigo la modernidad y el abandono de las estructuras de transmisión de saberes y oficios de la sociedad tradicional, no generó contradicción con la privatización del niño y la niña dentro de la familia nuclear, ya que ésta le permite acceder a los conocimientos que no puede recibir de sus pa- dres y que antes recibía de la comunidad. Ver Gélis, J. (1990). La individualización del niño. Historia de la vida priva- da, 4, 311-329. 7 Los autores hablarán de Infancias
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