Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 168 - Experiencias de conflicto Hay menos tiempo propio y uno trabaja más porque uno no se tiene que ir a ninguna parte. Ya no hay tiempo para hablar con el pololo o con mi mamá. El trabajo es un continuo todo el día (Rosario). Sus discursos plantean, por una parte, que mientras están en el trabajo no logran desconectarse de lo que sucede en sus casas y, por otra parte, cuan- do ya están de vuelta en sus casas, se siguen sintiendo al debe con tareas la- borales que muchas terminan realizando en sus espacios privados. Y con la llegada de las nuevas condiciones de vida que trajo la pandemia, se complejiza aún más la posibilidad de separar ambos mundos; los niños con el colegio desde el computador en sus casas, los padres trabajando en el mismo espacio físico y otros/as saliendo a trabajar fuera de la casa teniendo que dejar a los/as niños/as solos/as. Es que a pesar de la superposición de espacios antes del comienzo de la pandemia, habitualmente el trabajo asalariado y el doméstico y de cuidados se desarrollaban en lugares distintos y se asociaban a tareas y experiencias muy diferentes. Luego de la crisis sanitaria, estos espacios pasan a convertir- se en una solo, lo que termina alargando jornadas, ocasionando altos riesgos psicosociales, permeabilidad de las fronteras tempo-espaciales, provocando desbordes entre ambos dominios (Martínez et al., 2022) Y claro, además, las mujeres que hacen teletrabajo desde el hogar tienen una limitación de tiempo laboral por las tareas domésticas, que se ve refleja- do en el continuo “doble turno”, mientras que los hombres que hacen teletra- bajo tienden a tener un patrón de trabajo más parecido al trabajo full time de la oficina y contribuir muy poco al trabajo de la casa (Álvarez, 2020) Así, la superposición de tareas desdibuja los límites entre el trabajo re- munerado, el trabajo doméstico y de cuidado, y el apoyo escolar de niñas y niños. Desde luego, este hecho se vive de manera desigual según, principal- mente, la posición socioeconómica, la situación de la vivienda o las condicio- nes de empleo. En definitiva, tal como planteará Martínez, Bivort, Sandoval y Duarte (2022: 143) el intento de equilibrar el teletrabajo con la familia se ha percibido como un esfuerzo que han llevado predominantemente solas, con es- casa corresponsabilidad familiar, casi nula corresponsabilidad social y marcada por estereotipos de género que exigen a las mujeres un

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=