Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI

- 165 - Magdalena Guerrero dicionalidad se expresa mediante la dedicación, el cariño y la entrega. La in- condicionalidad toma también un cariz económico, que se manifiesta a tra- vés de la típica frase “darles a mis hijos todo lo que puedan necesitar” en tér- minos materiales. Entre las mujeres de sectores vulnerables, el sacrificio y la lucha suelen aso- ciarse muy profundamente con la maternidad. Ser buena madre es trabajar por y para los hijos/as, ya que prevalece la idea de que ser madres es tener a alguien por quien luchar (asociando la vida a una constante batalla), y destacando la im- portancia de que los/as hijos/as vean y aprendan que sus madres nunca “bajan los brazos”, y que pueden hacer hasta lo imposible por ellos/as. Este tipo de apreciación de la maternidad se da aún más entre las madres trabajadoras inmigrantes. Para ellas, la vida es una lucha para conseguir el bienestar y mayores oportunidades en sus hijos/as. En efecto, emigrar en búsqueda de mayor estabilidad económica ya es una primera batalla ganada. Las madres trabajadoras asalariadas de sectores marginales, al pensar- se como buenas madres, valoran especialmente el logro de una buena/mejor educación para sus hijos/as, ya que prima la idea de que la educación les per- mitirá llevar una vida menos dura que la propia. En definitiva, los discursos y experiencias en torno a “ser mujer” y “ser ma- dres” están complejamente entrecruzadas con categorías asociadas al patriar- cado, al sistema neoliberal, a la posición social (y las oportunidades en relación con ésta), al origen y a la situación de discapacidad. Estos entrecruzamientos “constituyen sistemas de poder conectados que se construyen o interseccio- nan mutuamente”, tal como plantean Hill Collins y Bilge (2019: 35). 2.3. Tiempo y espacio propio Un tema recurrente entre las madres trabajadoras asalariadas, que es al mis- mo tiempo un desafío estructural común que incide en el conflicto traba- jo asalariado-familia, es la dimensión “tiempo y espacio para una misma”, es decir, la dimensión vital del tiempo. Contar con tiempos y espacios pro- pios para realizar actividades ajenas al trabajo asalariado y doméstico se vive como una cuestión problemática. Son habituales los “malabares”, las culpas, la sensación de privilegio o de padecimiento. Tanto las mujeres migrantes con trabajo precario como las mujeres en situación socioeconómica marginal, viven trabajando para sacar adelante a sus familias y compartir con ellas el tiempo restante. Entre estas madres predomina la sensación de que el tiempo propio no es posible. A diferencia

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