Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 120 - La (des)obediencia Habría, entonces, una problemática instintividad alojada en el cerebro de quienes son catalogados con este síndrome. Al ser todavía exclusivamente ni- ños y niñas, tal cuestión parece posible que desaparezca en la medida de su adaptación exitosa a las exigencias ambientales gracias a diversas técnicas psi- cológicas, psiquiátricas, neurológicas y pedagógicas. La predisposición cere- bral a un dificultoso reconocimiento y adaptación a las exigencias ambienta- les, especifica Bravo (1980), sitúa a los sujetos en un rango de vulnerabilidad frente a la angustia, que les lleva a actuarla como rabia y violencia. Una espe- cie de dificultad para inhibir aquello que todas/os portaríamos (y por ende se- ría instintivo), pero que las personas diagnosticadas tardarían en domesticar. Ahora bien, en las ediciones de 1977 y 1980 hay dos elementos que impli- can una exigencia interna a comprender este problema desplazando la idea de adaptación como maduración. De tal modo que se hará posible concebir cerebros relativamente normales y plenamente maduros que, sin embargo, configuran un género particular de problemas adaptativos respecto de las denominadas exigencias ambientales. El prólogo de la primera edición de 1972 lo había realizado el neurólo- go infantil, Mariano Latorre, destacando precisamente la mirada interdis- ciplinaria de Bravo, mientras que el de la segunda lo realiza Héctor Croxa- tto, médico cirujano y premio nacional de ciencias en 1979, quien pondrá en evidencia la importancia de incorporar con mayor sistematicidad la hi- pótesis neuroquímica para la comprensión e intervención en estas conduc- tas, señalando que es “posible que exista, más que lesión anatómica (ultrami- croscópica), generalmente irreversible o inmodificable, una alteración bio- química y como tal, más susceptible de ser revertida o modificada, con algún medio farmacológico” (CP118, 1980: 14). Luego, en la edición de 1980, publi- cada poco antes de darse a conocer la versión del dsm donde se consolida el diagnóstico atencional, Bravo finaliza en una sección añadida y denominada “¿Existe la disfunción cerebral mínima?”, abriendo paso a una interioridad propiamente cerebral y señalando que el enfoque clínico demasiado «periférico» de la disfunción cerebral corre el riesgo de dejar de lado aspectos esenciales del funcionamien- to cerebral, que nos expliquen mejor las desviaciones de conducta o los trastornos del pensamiento […] [se] plantea la necesidad que las in- vestigaciones en este problema se dirijan también a conocer la for- ma cómo el niño con disfunción cerebral estructura su relación con el mundo y su percepción de él (CP118, 1980: 326–327).
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