Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 115 - Hugo Sir por contraste que en los procesos de medicalización actúan también otros agentes o actores y no únicamente el poder unilateral del cuerpo médico (Bianchi, 2016; Conrad y Bergey, 2014; Rafalovich, 2004). A pesar de esta búsqueda por integrar otras agencias, la perspectiva de la medicalización arrastra hace algunas décadas cuestionamientos por aquello que puede resumirse en la noción de dominocentrismo. Es decir, la tenden- cia a destacar los efectos de dominación sobre los individuos, dejando de lado otras dimensiones, por ejemplo, impugnaciones de los mismos actores a los órdenes que se les imponen (Corcuff, 2013). Tales cuestionamientos, sin em- bargo, suelen no distinguir entre esta perspectiva de captura de capacidades o comportamientos humanos y la noción foucaultiana de medicalización de la sociedad, enfatizando por ello nuevamente en la necesidad de pluralizar las miradas de los actores, para incluir esta vez a actores “no-humanos” (Ro- jas et al., 2018; Singh, 2013, 2014; Singh I. et al., 2012). Tal escenario porta dos elementos que llaman a adoptar una perspectiva di- ferente. De un lado, el propósito de la perspectiva de la medicalización que de- sarrolla Conrad es, desde temprano, diversificar los actores considerados, sin que ello haya implicado una variación de la premisa fundante, a saber, que hay comportamientos, dimensiones, etapas, ciclos o capacidades humanas que en un momento determinado pasan a ser objeto médico y, por ello, controlables. Por otra parte, suele olvidarse que la perspectiva de la medicalización para Foucault no se agota ahí, puesto que no se trata o, al menos no solamen- te, de mostrar cómo cosas o sustancias (comportamientos, dimensiones, eta- pas, capacidades humanas) que antes no pertenecían a la esfera de los pro- blemas médicos devienen parte de un ejercicio normalizador, sino del poder que la mirada médica tiene en sus efectos de verdad, es decir, en lo que ella produce al describir e intervenir en la vida de los seres humanos. Positivida- des y no sustancias. Epistemes, como emergencias discontinuas de objetos de saber y no actuaciones externas de un poder sobre realidades transhistó- ricas. En suma, lo problemático de la perspectiva de la medicalización no es- taría tanto vinculado con el dominocentrismo , como con la mantención de un sustancialismo que no desaparece por la simple inclusión de actores o pers- pectivas, incluso si estos son no humanos. Así, la mayoría de los estudios sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad sea en Chile o a nivel internacional, tienden a minimizar que el problema sea la atención, 4 es decir, a asumir tácita o explícitamente 4 Los trabajos de Caliman (2010; 2012) son una excepción. Ver también: Lakoff (2000); Rafalovich (2001, 2004)
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