Chile desbordado. Tensiones, resistencias y construcciones colectivas en el siglo XXI
- 105 - Víctor Orellana y Fernando Carvallo uno de los actores más relevantes del panorama político contemporáneo, y sig- no de un malestar acumulado que termina impugnando las bases del neolibe- ralismo en educación (Bellei, 2015; Fleet, 2011). Es el conflicto estudiantil —en un sentido histórico-concreto— lo que gene- ra la amalgama social y cultural que produce síntesis entre las reivindicacio- nes históricas de los actores sociales organizados y este proceso de construc- ción personal e individual, propio de segmentos no organizados y de significa- tiva atomización. Así se conforma una fracción que resulta parte del malestar pluriclasista expresado en la revuelta social de 2019, contribuyendo a la con- formación de un “nosotros” en oposición a la conducción elitaria de la política, muy alejado de la profusa y confusa idea “nueva clase media” difundida como horizonte normativo. Si consideramos la advertencia que realiza Marx, respecto a que las clases son proyectos de sociedad (Marx y Engels, 1999), nos enfrentamos al desafío de pensar en el papel en la sociedad que puede cumplir este sector. Como plan- tea Thomson (2012), las clases se constituyen como sujetos para sí en la lucha política. En ese sentido, no es posible definir de forma estática las posiciones de clase, sino que se debe atender a la forma en que se va desarrollando el con- flicto social, pues es precisamente desde el conflicto desde donde las clases se van constituyendo (Crompton, 1997; Przeworski, 1978). En concreto, esto su- pone que la síntesis o amalgama entre los problemas de configuración indivi- dual y las reivindicaciones del movimiento social organizado —estudiantil, fe- minista y medioambiental— como oposición al “sistema de abusos” no es ne- cesaria, sino que se juega en un proceso histórico. Si el descontento de estos sectores durante la revuelta sería incorrecta- mente catalogado como de izquierda —en nuestras investigaciones no hemos identificado ningún discurso crítico de la propiedad privada, por ejemplo—, en el escenario post plebiscito del 4 de septiembre de 2022 ha sido incorrectamen- te catalogado como de derecha. En realidad, es un malestar que rechaza ser representado por aquellas identidades, y que resulta en general reacio a cualquier ejercicio de represen- tación política. Sea por la izquierda (con el surgimiento del Frente Amplio y es- fuerzos como la Lista del Pueblo y la Lista de los Movimientos Sociales) o sea por la derecha (con constructos como el Partido de la Gente o Republicanos), la gran batalla política de la sociedad parece ser conquistar el corazón de es- tos nuevos sectores, y su largo peregrinar del campo y la pobreza urbana a un emplazamiento estable en la sociedad moderna. El proceso está abierto. Habrá que ver qué pasa.
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