Desde los territorios: repensar un proyecto país
Las oportunidades perdidas por la región de Antofagasta – 59 Unmomento clave en la evolución de la estrategia de clúster minero es el año 2006 cuando se empieza a diseñar, durante el primer gobierno deMichelle Bachelet, la “Estrategia Nacional de Innovación” basada en la promoción de distintos clústeres a lo largo de las regiones de Chile. En ese momento, se produce un cambio cualitativo en la concepción del clúster minero cuyo alcance geográfico pasa a ser nacional en lugar de local. Con ello, además, el diseño de la política de clúster pasa a ser desde arriba hacia abajo con una menor participación local en su diseño que viene determinado por las pautas de la “Estrategia Nacional de Innovación”. Al mismo tiempo, se empieza a superponer un entramado de instituciones de carácter supra- rregional al diseño de la estrategia de clúster inicialmente local. De esta manera, el 11 de abril de 2008, se constituyó el ConsejoNacional Estratégico público-privado del ClústerMinero, cuyamisión era identificar áreas específicas de actividadminera que requieran investigación e innovación tecnológica para promover desarrollo integral del sector. Si bien esta organización incorpora algunos de los actores locales, el papel protagonista del diseño de la estrategia pasa al gobierno central, el Consejo Minero y algunas empresas mineras que, por primera vez, empiezan a interesarse activamente en la estrategia. Durante ese periodo, además, se produce una creciente desafección de las empresas locales por la estrategia del clúster debido, entre otros aspectos, a la falta de resultados tangibles y la falta de continuidad en las políticas originales del clúster que comienza a verse alejadas de la realidad local por parte de los proveedores de servicios. Apesar del papel destacado de algunas corporaciones gremiales como la AIA, que propone el programa ClústerMinero 2.0, Corproa, Aprimin y Empresarios del Loa, se produce una apropiación de la estrategia de desarrollo regional por parte de la iniciativa privada. Destaca especialmente la propuesta del programa “Clúster Minero: Proveedores de Clase Mundial” de BHP Billiton en 2009, que se convierte temporal- mente en el principal estandarte de la política de clúster, al que se unen posteriormente CODELCO y otras empresas mineras. De esta manera, continúa el proceso de superposición de organizaciones suprarre- gionales que, además, manejan una concepción del clúster minero de carácter nacional. En consecuencia, el marco institucional en el que se desarrolla esta estrategia se complejiza y refuerza su carácter nacional lo que dificulta el acoplamiento estratégico entre las empresas y organizaciones regionales y el conjunto de grandes empresas mineras debido a la organización de la red de producción global de la minería en Chile donde Antofagasta ocupa un papel secundario. Durante el gobierno de Sebastián Piñera, a partir de 2010, se abandonan las políticas de promoción de clústeres en el país. Aunque la red de organizaciones vinculadas al clúster minero se mantiene, el protago- nismo principal es tomado por el “Programa de Proveedores de ClaseMundial” que, al mismo tiempo, deja de incorporar en su nombre el concepto de clúster, lo que resalta su carácter nacional. En 2014, el segundo gobierno de Bachelet recupera la idea de promover un clúster minero y plantea la necesidad de desarrollar una estrategia nacional de minería con apoyo del estado. Sin embargo, tanto el programa “Alta ley” como las propuestas realizadas por “Valor Minero” desde 2015 tienen su origen en organizaciones y grupos de carácter nacional y sus propuestas para una estrategia de desarrollo minero dejan en un segundo plano a las regiones mineras. Incluso la descentralización de CORFO en la Región de Antofagasta que da lugar al “Programa Estratégico Regional Clúster Minero para la Región de Antofagasta” se constituyen como apéndices derivados de las propuestas de “Alta Ley” y su incidencia real es dudosa dado el presupuesto reducido de que dispone. Nos encontramos, de hecho, ante una propuesta política de alcance nacional cuyo diseño territorial por parte de CORFOAntofagasta sigue los dictados de la estrategia nacional y no considera de forma clara la articulación de la región en la red de producción de la minería dentro del país. En definitiva, las organizaciones regionales juegan un papel muy limitado a la hora de determinar la estrategia minera a seguir por la región, ya que existe un entramado de organizaciones públicas y privadas de carácter nacional y multinacional que definen las directrices a seguir por la región y que, además, no tienen en cuenta cómo la organización de la red de producción de la minería en el país puede afectar al acoplamiento estratégico de las regiones mineras de forma que estas sean capaces de apropiarse parte del valor generado en su territorio.
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