Desde los territorios: repensar un proyecto país

128 – desde los territorio s . repensar un proyecto de país institucionales que implica para el fomento de la innovación y el aprendizaje competitivo. Segundo, un examen de la estrategia nacional de desarrollo y su inserción internacional, destacando los rasgos que toma la inserción de las regiones. En tercer lugar, se examina el desarrollo exportador reciente de la Región del Maule, escrutando en forma especial los sectores frutícola y vitivinícola. Así, en la cuarta sección se examinan los rasgos que toman las cadenas exportadoras regionales a la vista de registros secundarios y primarios (estudio de campo), en específico, la evidencia que entrega el comportamiento de los actores en sus principales sectores productivos. En quinto lugar, un breve resumen de los desafíos transversales a ambos sectores productivos. Finalmente, en la sexta sección, se efectúa una síntesis conclusiva y un linea- miento de propuestas y acciones (“agenda de discusión”) que apalanque el progresomaulino y sus sectores productivos vitivinícola y frutícola. 2. Determinantes de la competitividad en la globalización Hay un cuerpo importante de reflexión teórica que analiza el funcionamiento de los distintos tipos de cadenas productivas globales que han surgido en las fases fordistas y postfordistas del capitalismo, y las diferentes estrategias de desarrollo que se pueden diseñar a partir de las conexiones particulares con la economía global. Gereffi y Korzeniewicz (1994) y Gereffi (2008), destacan el hecho que la actividad económica de las naciones, desde un punto de vista organizativo, está siendo reagrupada en cadenas globales de producción desde la producción y desde la distribución. Las define como eslabonamientos entre fases sucesivas de aprovisionamiento de materia prima, manufactura, distribución al por mayor y al detalle, que termina en el producto final disponible para el consumidor individual. Distingue cuatro dimensiones relevantes: la cadena de valor, la dispersión geográfica de las redes de producción y distribución, una estructura de gobierno, autoridad y relaciones de poder entre las firmas, y una estructura institucional (condiciones y políticas locales, regionales y nacionales). En esta perspectiva, Gereffi subraya la importancia de los factores culturales para reducir la incertidumbre y los costos de transacción para la triangulación de la manufactura, entre otros aspectos. En forma convergente con lo anterior, existe ya una larga discusión sobre los factores que explican la competitividad en los mercados globales, los entornos y marcos institucionales que la sustentan. En esta perspectiva, destaca el aporte clásico de Porter (1991, 1998) por su marco analítico para la dialéctica global-local que caracteriza el desarrollo contemporáneo. Porter establece que, si bien la competencia y la producción son cada vez más globales, las capacidades competitivas se definen localmente. Mientras más complejos sean los productos, las empresas deben localizar sus sedes centrales -donde se definen sus estrategias de productos y de procesos- en zonas ricas en interacciones entre los sujetos que sustentan la competitividad (el “diamante porteriano”: condiciones de factores, de demanda, sectores conexos y estruc- tura y rivalidad de la empresa), demodo de asegurar la capacidad de innovación y difusión de sus resultados. Es la exposición al cambio y la capacidad de absorberlo, lo que permite un “diamante” exigente, que está detrás de la capacidad de aprendizaje que detentan sus miembros. Estas interacciones permiten el desarrollo y gestión de los enlaces y eslabonamientos -como efectos de una actividad que genera valor en el desempeño de otra actividad- que producen una dialéctica de competencia y cooperación entre los sujetos locales, y abren las posibilidades de generar secuencias de innovaciones y conocimiento especializado. Este enfoque ha sido importante para develar la naturaleza sistémica de la competitividad y su relación con el entorno que la sustenta. No obstante, a la formulación inicial de Porter se le critica, como lo señala Mintzberg (1990, 2011), que consideraría sólo los aspectos económicos de la competitividad, abstrayéndose de las condicionantes políticas y sociales que la afectan. Ello ha hecho evolucionar el análisis hacia los “modelos porterianos corregidos” que incorporan el papel de las actividades internacionales y el rol de los poderes públicos para reforzar el desempeño del “diamante”. Asimismo, el propio Porter (1998) ha

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