Transformar la educación. Entrevistas que muestran caminos

44 TRANSFORMAR LA EDUCACIÓN. ENTREVISTAS QUE MUESTRAN CAMINOS nombre de su territorio. En esta zona de Colombia, Bolivia, Ecuador, ellos le llamaban Abya Yala, que significa tierra en plena madurez. Sin embargo, le impusieron un nombre que es Amé - rica, siendo que nosotros no somos ni americanos ni latinos. El continente se renombr . Los europeos nos nombraron, nos pensaron. Esta idea de la decolonialidad no es solamente para nuestra América, sino para el Sur Global, para el sur de cada uno de los de los países que del mundo. El Sur, como met fora, alude a las regiones excluidas, en que habitan minorías étnicas, indígenas, afros, campesinos. En mi caso, yo también aplico esta perspectiva a la educaci n, considerando padres de familia, a ni os, j - venes, cualquier minoría que sea excluida, invisibilidad, negada, rechazada. No necesariamente tiene que ser afro o indígena. Cuando un profesor, por ejemplo, excluye a un ni o a una ni a del proceso de ense anza aprendizaje, desde mi perspectiva asume un papel un papel coloniza- dor. Este es un ejemplo de la extensi n del giro de colonial a distintas reas del saber y a nivel planetario. Por eso hay también muchos autores de Estados Unidos de Europa también est n configurando su trabajo desde un discurso decolonial. En algunos de sus trabajos, usted ha hablado de una distinción entre pedagogizar lo decolonial y decolonizar la pedagogía. ¿Puede explicarnos sobre ello? La decolonialidad tiene una identidad propia y la pedagogía -como saber- también tiene una identidad propia, pero adem s ambas pueden y deben relacionarse, pueden ser dos caras de la misma moneda y deben establecerse como un eslabón, como una configuración diádica, en el sentido de que si nosotros pedagogizamos la decolonialidad -por ejemplo, lo que hacemos en este mismo conversar alterativo que sostenemos t y yo en este mismo momento- estamos alfabetiz ndonos en el discurso de la decolonialidad. La pedagogía tiene que ver con la educaci n, tiene que ver con la formaci n, tiene que ver con la ense anza y el aprendizaje. Entonces, pedagogizar la decolonialidad implica contribuir a que todos los seres humanos aprendamos, nos formemos en el discurso de la decolonialidad, que la comprendamos, que podamos conversar sobre ella, en primer lugar, para autodecolonizar- nos , que es el primer paso para descolonizar cualquier proceso, porque todo ser humano lleva un colonizador dentro. Parece que nos encanta colonizar. Decolonizar la pedagogía, por su parte, también es necesario porque la pedagogía en sí misma ha tenido una pretensi n colonizadora. La pedagogía pretende formar al otro. Sin embargo, hay una tensi n, una contradicci n muy fuerte entre la formaci n y la emancipaci n. Si yo pretendo formar al otro, ¿c mo logro esa formaci n sin entorpecer su emancipaci n? Es muy difícil for- mar al estudiante sin bloquear su liberaci n. Ahí hay una trampa en la pretensi n y en la intenci n humanista de la pedagogía y por eso en uno de nuestros escritos yo digo que la doctrinalidad es la cara oculta de la formaci n. La formaci n, en su aparente bondadosa intenci n, oculta un aspecto colonizador que es el adoc- trinamiento, porque toda pedagogía adoctrina en el fondo, si no es decolonial. Por ejemplo, habría que preguntarle a la pedagogía por qué pretende formar al otro y porque no permite que el otro se auto forme. Al intentar formar al otro no se da cuenta que se limita su autonomía, su libertad. Entonces ahí hay una gran tensi n que nosotros, los educadores, tenemos que re- solver. Y la resolvemos precisamente decolonizando la pedagogía. ¿Como como un profesor o una profesora puede avanzar en decolonizar su pedagogía?, ¿Qué implicancias tiene este este ejercicio con sus estudiantes? En nuestro grupo de investigaci n hemos hecho este trabajo a través de lo que hemos denomi- nado “Comunidad de reflexión sobre las experiencias decoloniales”. Hemos utilizado el término

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