Acompañar en la vida y en la muerte: recomendaciones para los equipos de APS sobre la preparación para la muerte de personas mayores en fin de vida

21 Capítulo 2. Cuidado propio de los equipos de salud de APS 1. ¿Qué es el cuidado propio? En el contexto sanitario, cuando hablamos del cuidado propio generalmente pensamos en autocuidado, es decir, en las acciones positivas e intencionadas que cada trabajador/a en forma individual puede llevar a cabo para prevenir, mantener una buena salud y tratar síntomas. Sin embargo, el cuidado propio también se refiere al conjunto de acciones que los equipos realizan con este mismo fin, así como a las condiciones de trabajo y otras acciones que los administradores e instituciones deben propiciar para beneficiar la salud de sus trabajadores/as. Exigir esto a las instituciones de salud es una responsabilidad de autocuidado, corresponde a “una responsabilidad social ya que de no proveer los mecanismos protectores y correctores se verían vulnerados los derechos de los pacientes a una atención de calidad” (Gálvez, 2008, como se citó en Oltra, 2013, p.89). El cuidado propio debiera ser planificado y sistemático, así como orientado por objetivos claros y acciones realizables. Para ello, un primer paso es conocerse, identificar las necesidades individuales y grupales. Es un proceso que se inicia al tomar conciencia del propio estado de salud, junto con el deseo y compromiso de establecer un plan para alcanzar un mayor bienestar. En esta toma de conciencia es importante considerar también lo que el equipo, en conjunto, visualiza respecto de cada uno de sus miembros y de ellos mismos como grupo. Dicho proceso de autoconciencia implica también reconocer que el acto de cuidar es una tarea difícil y que quien lo realiza es vulnerable al riesgo de afectarse emocionalmente por su trabajo y su dedicación. Es natural que existan estos riesgos, especialmente en contextos de salud donde el trabajo con el dolor y muerte es permanente, y donde el agotamiento emocional, la despersonalización y el surgimiento de sentimientos de falta de logro personal, por ejemplo, incrementan la ansiedad de los y las trabajadoras (Tobón-Restrepo, 2022). Estos contextos dan lugar a una realidad que sólo pueden compartir “quienes sufren y quienes son testigos de ese dolor, y a su vez responsables del cuidado y/o alivio del sufriente” (Oltra, 2013). Por lo tanto, es habitual que exista desgaste emocional, ya que es imposible no involucrarse en algún grado con el sufrimiento de los/as pacientes y las familias. Por ello, se considera que los y las profesionales de salud, quienes son considerados como cuidadores profesionales de los demás, además de sus aptitudes, debieran desarrollar y expresar habilidades y actitudes afectivas (Tobón-Restrepo, 2022) que les ayude a minimizar consecuencias negativas para su propia salud. También es necesario aclarar que el cuidado propio no se refiere solo a acciones a realizar cuando se hace evidente algún problema de salud —el cual es fundamental

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