Tramar y reparar los cuidados comunitarios: narrativa de vecinas y vecinos de la población Juan Antonio Ríos en Chile neoliberal

50 Tramar y reparar los cuidados comunitarios Aquí todos conocen a mis hijos, porque son de la Río, y saben que ellos tienen una voluntad de oro. A la hora que los vengan a buscar, que tengan algún problema, que pasó esto en una casa, que hay un asalto, que hay un incendio; ¡ellos vuelan! Son súper buenas personas, han salvado abuelitos que se les han quemado las casas, se destacan por eso. Me junto harto con mis amigas, que me llaman y me dicen ‘Martita ven a tomar once conmigo’, o yo las invito para acá a tomar once. Pero a mí quienes me cuidan son mis hijos, yo no me puedo quejar. Cuando estuve con neumonitis ellos se turnaban, uno me dejaba tomando desayuno, el otro me dejaba almuerzo, ¡con decirte que me engordaron! También la llegada de mis nietos a mi casa me cambió la vida a mí. Yo vivía más solita antes, y más solita yo participaba en un club los días miércoles, me iba a las 15:00 y volvía a las 19:00, y así. Ahora no, porque en la pandemia se suspendieron y ahora las retomaron en marzo, pero ahora yo estoy con mis problemas de salud, y para mí mi salud es lo primero. Ya no suelo ir al club porque siento que no tienen alma de no sé, hacer cosas, de tejer, de hacer una sabanita, cositas para las guaguas, manualidades. No. Todo es pelambre. Por eso me retiré. Ahora no puedo participar de organizaciones por mis nietos. Usted los ve grande pero igual dependen de mí. Lo otro es que tengo a mi hermana muy enferma, entonces si ella algún día me necesita yo voy a volar a su casa. Ella tiene parkinson, dos hernias en la columna, y unos pies bien especiales, entonces está arrastando las patas.

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