Tramar y reparar los cuidados comunitarios: narrativa de vecinas y vecinos de la población Juan Antonio Ríos en Chile neoliberal
49 Narrativas de vecinas y vecinos de la población Juan Antonio Ríos en el Chile neoliberal despelote pal’ otro día! Así que dejo la cocina ordenada. Luego me pongo el pijama, voy al baño, apago la estufa. Y ahí el final de mi día es ver un poquito más de tele, y ahí hasta que me dé sueño. Llevo unas ramitas pa’ picar, me gustan las salsitas para untar. Porque cuando me pincho, media hora después tengo que tomarme un lácteo, y cuando no como algo –una galleta o cosas así–, como que me cae mal la leche. Me gusta hacerme cariñito. Y si tengo que comprarme algo para mí, me lo compro.Mis niños saben que tienen que preocuparse de mí. ¡Ellos pusieron el papá de patitas a la calle, entonces ahora preocúpense por mí! No, mi marido no era malo, sólo que era mujeriego, y los hombres mujeriegos no cambian nunca, no cambian nunca. Claro, mientras estuve bonita me fue bien, ya después me pusieron fea estos cabros de miechica. La seguridad nos la da el conocernos Yo pongo inyecciones.Yo conozco al derecho y al revés la Juan Antonio Ríos, y si usted va a cualquier parte y pregunta por la Martita, le van a decir: ‘¡Ah! la señora que pone inyecciones’. Más encima que me destaco porque tengo la mano suavecita –y no es porque yo lo diga–, si de repente me buscan. Acá es una población tranquila. Los cabros no son tan malos tampoco, porque han salvado a mucha gente de robos, de asaltos, de cosas así. La misma gente, jóvenes que se paran ahí en las esquinas son los que cuidan a la gente justamente.
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