Tramar y reparar los cuidados comunitarios: narrativa de vecinas y vecinos de la población Juan Antonio Ríos en Chile neoliberal
46 Tramar y reparar los cuidados comunitarios Fueron más momentos tristes que alegres. Yo me acuerdo que los momentos alegres que yo tuve eran cuando mi marido nos llevaba de viaje a Ventanas, esas cosas me hacían bien. Ese es un recuerdo feliz, y el otro es cuando nacieron mis hijos. Ese no lo puedo olvidar. Pero mi vida ha sido bien sacrificada. Yo le digo a mis chiquillos: ‘¿Se dan cuenta? Que la gente que más quiere hacer cosas buenas por las personas somos las que más luego nos acabamos’. Porque yo tengo 67 años, y cualquier persona que me ve me dice: ‘Con cuidado abuelita’, ¡yo soy de las que corro todavía! Yo era buena para correr, fui buena para bailar toda mi vida, después también jugué basquet, me inscribí en el programa Vida Sana, iba a los baños turcos, de todo. Yo salí a los 16 de cuarto medio, porque era mateita, y ahí empecé a trabajar en una oficina de propiedades. Pero me envejecí así. Me dejé estar yo. Porque cuando yo iba a la oficina me levantaba, me daba mis baños, me peinaba, me echaba una estucadita y me iba. Yo creo que fue culpa de los sufrimientos, fui muy sufrida yo. Fui mamá muy chica. Me llevaba toda una doble pega yo. Entonces ahora ya el cansancio, las enfermedades y to- das las cosas... Yo soy de las que me arreglo, me echo una maquilladita, me arreglo y me veo súper bien cuando salgo y todo. Pero últimamente como empecé con los ojos, que se me manchó la cara, que me encontraba no sé qué cosa, yo decía ‘ah, estoy gastando plata. No me pinto más’. Y así po’, así uno se va dejando estar. Yo viví como una nómade, por aquí, por acá. Viví en Trece
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