Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas

Salvador Percastre-Mendizábal 269 co, que vinculan al sujeto con su respectivo grupo, y a éste con otros grupos y con las estructuras que organizan la vida social (Therborn, 1980, pp. 20-22). Dichas cualificaciones e interpelaciones, que no pretenden forjar un sujeto idéntico o siquiera parecido a los ideales éticos, sino obediente a los dictados de clase, raza o género (o cualquier otra ideología que represente formas particulares de ser-en- el-mundo, comenzando por la religión) pueden producirse a través de los estereotipos, en lamedida en que estos, sin ser modelos ideales, se constituyen en referentes admitidos y compartidos socialmente (al menos mientras estén vigentes). Es decir, señalan al sujeto modelos de pensamiento y comportamiento que son generalizados en el grupo social y, por tanto, deseables. He ahí una posible explicación del mecanismo mediante el cual la ideología se produce y reproduce. Ideología y realidad La relación entre pseudoentorno y realidad, en la que el primero representa a la realidad en la conciencia de los sujetos, no era un tema nuevo en la época de Lippmann. Más de medio siglo antes, en 1845, K. Marx y F. Engels habían escrito su crítica a la filosofía alemana (sin embargo, publicada por primera vez en 1932), enfatizando que “los hombres se han formado siempre ideas falsas acerca de sí mismos, acerca de lo que son o debieran ser” y que “los frutos de su cabeza han acabado por imponerse a su cabeza” (Marx, 2018, p. 217). Para ellos, desde un punto de vista, la ideología no es más que “fantasmas cerebrales”, “ideas”, “dogmas”, “seres imaginarios bajo cuyo yugo degeneran” las personas; igual que las ficciones de Lippmann. En la concepción marxista de la realidad, “la organización social y el Estado brotan constantemente del proceso de vida de determinados individuos”, pero no en el sentido que la imaginación pudiese atribuirles, sino “tal y como realmente son: es decir, tal y como desarrollan sus actividades bajo determinados límites, premisas y condiciones materiales, independientes de su voluntad” (Marx, 2018, p. 219). Es decir, las ya señaladas “naturaleza humana” y “condiciones” que Lippmann atribuye al pseudoentorno o las combinaciones posibles de las dimensiones de “ser” y “en-el-mundo” planteadas por Therborn y que dan lugar a las diferentes manifestacio- nes ideológicas en la conciencia de los sujetos. La existencia de diversas manifestacio- nes ideológicas, que ahora compiten entre sí, ora se contradicen o se complementan, puede ser interpretada a partir de las ya señaladas interpelaciones ideológicas que Therborn propone. Asimismo, Therborn desarrolla el concepto marxiano respecto de la ideología, al plantear que desarrolla dos concepciones distintas para esta. La primera, que considera “la ideología como el medio a través del cual los hombres hacen su historia en cuanto actores conscientes”, y aparece asociada con la conciencia de la contradicción

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