Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas

Salvador Percastre-Mendizábal 265 Estereotipos Aunque suelen representarse en forma de palabras, los estereotipos son más que solo eso. Son signos en el sentido saussureano del término, es decir representaciones mentales de la realidad en su doble dimensión de significante y significado; señala Smith (2003) que el lenguaje no solo construye vinculaciones contingentes entre el significante y el significado, también construye los propios significados en un proceso “ that is entirely independent of the extra-linguistic ” [que es totalmente independiente de la extralingüística] (p. 85). Los estereotipos, en este sentido, operan como representaciones de una realidad extralingüística y son en buena medida el contenido de la conciencia del individuo, de su sistema de recuerdos y el fundamento de sus juicios y de sus comportamientos. Se trata de signos que representan a la realidad sin estar vinculados más que referencialmente con ella, pero sí vinculados con otros signos que, a su vez, constituyen el significante a través de “diferencias relacionales” que se producen en el contexto del lenguaje. Es decir, en su cualidad de “conceptos”, antes que, de objetos, los estereotipos representan una imagen de la realidad, a menudo parcial o incompleta, pero la única al alcance del sujeto. Y el sujeto no solo concibe en su cabeza ese mundo imaginado, sino que actúa en la realidad con arreglo a esas imágenes. El concepto de estereotipo ha sido empleado por la psicología social y el psicoanálisis (Adorno et al., 1965; Allport, 1971; Tajfel, 1984), entendido como el producto de procesos de clasificación y estereotipación, es decir de construcción del otro a través de asignación de etiquetas (significados) sobre los miembros de los grupos sociales (significantes, v.g. afrodescendientes, judíos, reggaetoneros...), lo que determina, en primer lugar, el modo en que son percibidos y, en segundo y consi- guientemente, el modo en que se interactúa con estas personas; exactamente el mismo proceso se produce en el grupo propio y con sus participantes. Se propone aquí, sin embargo, que tales procesos no ocurren únicamente en las relaciones que involucran discriminación y/o racismo y/o prejuicio, énfasis dado por los autores citados, sino en todas las formas de comportamiento e interacción social incluyendo, por ejemplo, el cortejo romántico, la práctica de deportes, o la acción política... El uso del concepto estereotipo, en las ciencias sociales fue introducido por W. Lippmann hace ya un siglo en su Opinión pública (2003, ed. or. 1922). En este seminal texto afirma Lippmann (2003) que el mundo, al que llama “entorno” en el que se desenvuelven los individuos es demasiado vasto, abstracto y complejo para poder ser aprehendido; “se conoce el entorno solo de modo indirecto”, es decir, a través de narraciones y relatos de testigos de primera o segunda mano, a menudo transmitidos por los medios de comunicación (que en el mundo contemporáneo incluyen las redes

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