Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas
Salvador Percastre-Mendizábal 249 Uno de los mayores problemas que se presentan es el desorden informativo que estimulan las nuevas prácticas y la pérdida de calidad de los datos que circulan, gracias a las estrategias de clickbaiting (García, Romero-Rodríguez y Hernando, 2019) y satisfacción de los clientes. El tándem desinformación, individualismo, cancelación, endurece las prácticas sociales, naturaliza las acciones despóticas y transforma la cultura democrática en intolerante, violenta y autoritaria. Entre las concesiones que se otorgan desde los portales de información se afianza la paradoja de la desideologización. Tanto usuarios como voceros informativos estigmatizan las representaciones institucionales de todo orden. Es en estas estigmatizaciones, en las que justifican sus acciones antidemocrá- ticas, fanatizadas y generadoras de discursos de odio. En la construcción binaria de las representaciones sociales, cada una de las posiciones polarizadas se presenta como neutral frente a otra, cuya descripción le aplica de forma indistinta, bajo acusación de fanatismo, cultura del odio y antidemocracia. Todo desarrollo institucional es atacado por ideológico, antieconómico y viciado de corrupción. Mientras se trata de representaciones políticas, sociales o partidarias de algún orden, no reviste mayor problema para quienes elaboran información a la medida de los usuarios que desean mantener. En tanto, cuando estas construcciones afectan a las instituciones informativas, los medios también son incluidos en la demanda y se les cuestiona la credibilidad y la confiabilidad de los datos que publican. Lo que surge de estas relaciones de demanda y concesión es un círculo vicioso, en el que los productores informativos conceden puntos de vista y datos erróneos para sostener argumentos falaces que cimientan discursos de odio. Al mismo tiempo, generan los motivos para las desconfianzas en la información que circula en la prensa y en los medios, pero también en plataformas por las que las noticias falsas –o al menos dudosas– llegan a la sociedad Otra de las consecuencias de la erosión mediática, del sistema institucional, es la generación de un clima conspirativo -en algunas circunstancias paranoico y delirante- en el que teorías de todo tipo constituyen ambientes relacionados con la desconfianza, el aislamiento social, la oposición binaria y la violencia. En este contexto, el marketing de la sospecha genera adeptos y detractores. A su vez, quienes sospechan de sus adversarios sosteniendo una lógica que alimenta la decodificación aberrante de las teorías sobre la construcción de hegemonías populistas (Laclau, 2005) o simplemente inclusivas de los sectores populares, no hacen más que proyectar -de forma colectiva- todo aquello que les aplica perfectamente.
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