Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas
Salvador Percastre-Mendizábal 223 comunicación, y es una clave de la educación. Como dijo alguna vez mi coterráneo Mario Benedetti: En este mundo tan codificado con internet y otras navegaciones, yo sigo prefiriendo el viejo beso artesanal que desde siempre comunica tanto . Por eso creo que, más que pensar en la conversión de nuestras universidades pospandemia en universidades a distancia, sería más interesante que las pensemos como universidades “sin distancias”, como se venía pensando desde antes de la pandemia (Carrasco y Baldivieso, 2016). Después de todo, ¿qué mayor distancia que la que teníamos y tenemos en aulas hipermasivas, con 300 o 500 estudiantes, la mayoría de los cuales apenas ve, escucha y dialoga? Distancia que puede reproducirse una vez más en un aula Zoom , con cientos de cámaras apagadas de estudiantes que no sabemos si están o no están ahí. Porque el problema vuelve a ser pedagógico: qué hacemos en las aulas, virtuales o presenciales, cómo generamos procesos de aprendizaje y no solamente consumo de contenidos para aprobar exámenes (Kaplún, 2020). Cabe, además, una nota de advertencia en los aspectos laborales para el profesorado universitario digitalizado, que puede derivar antes de que nos demos cuenta -si no se ha derivado ya- en nuestra propia uberización docente. Que va de la mano con el llamado productivismo académico al que venimos siendo sometidos desde hace una o dos décadas, y que en el sur global tiene, además, fuertes componentes de colonialismo académico. Me refiero a la presión evaluadora en la que importa más cuántos papers producimos que la calidad de lo que hacemos (Buendía et al., 2017). Y también al colonialismo académico que nos dice que si no publicamos en (ciertas) revistas en inglés nuestro trabajo no vale nada, y que los libros valen menos que los artículos, asfixiando mucho de lo mejor de nuestras ciencias sociales y, de paso, a las revistas nacionales y regionales que tanto trabajo da sostener y mantener. Sistemas que dicen garantizar la calidad con arbitrajes que, por cierto, son muy valiosos, pero que ignoran otras valiosas y diversas formas de producir y compartir conocimientos. Y, sobre todo, porque la calidad que se evalúa de este modo desconoce casi siempre la relevancia social, el uso de esos conocimientos para construir sociedades más justas y democráticas (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2022). Conclusión Luego de este recorrido por el pesimismo, y su contraparte esperanzadora en un contexto postpandémico, en el mundo político, el mundo social y el mundo universitario, termino invitándonos -invitándolos e invitándome a mí mismo- a tratar de construir la esperanza. Construir la esperanza quiere decir hoy reconstruir la democracia, reconstruir la solidaridad y el trabajo humano, articular mejor lo presencial y lo virtual aprovechando lo mejor de esos dos mundos, rehumanizar la academia con perspectiva crítica y decolonial.
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